Por qué se equivocan los greenbackers

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[Presentado en la Conferencia de Investigación Económica Austriaca 2013, Instituto Mises, Auburn, Alabama]

Uno de los grandes logros de Ron Paul es que la Reserva Federal afronta hoy más oposición que nunca. Los lectores de este sitio estarán familiarizados con los argumentos: la Fed disfruta de privilegios públicos; su interferencia con los tipos de interés del mercado da lugar a los ciclos económicos de auge y declive; ha socavado el valor del dólar; crea riesgo moral, ya que los participantes en el mercado saben que el productor de dinero puede rescatarlos y es innecesaria y contraria a una economía de libre mercado.

Por desgracia, no todos los críticos de la Fed, incluso entre los seguidores de Ron Paul, se aproximan al problema de esta manera. Un grupo de la masa en contra de la Fed se opone a esta por razones periféricas y equivocadas. Para este grupo, la Fed no está hinchando lo suficiente. (Se me ha dicho por un crítico que nuestro que nuestro problema no puede ser que se esté creando demasiado dinero, ya que no conoce a nadie que tenga demasiados billetes de la Reserva Federal). Las otras quejas principales son (1) que la Fed es de “propiedad privada” (el problema de la Fed es evidentemente que es suficientemente socialista), (2) que el dinero fiduciario está bien siempre que lo emitan los representantes en los que confía el pueblo en lugar de por la Fed y (3) que bajo el sistema actual debemos soportar lo que llaman “dinero basado en deuda”; a su vez, su reforma monetaria clave implica pasara a un “dinero libre de deuda”. A estos críticos se les ha llamado greenbackers, en referencia al dinero fiduciario utilizado durante la Guerra de Secesión. (Una cuarta afirmación es que le Escuela Austriaca de economía, que promueve Ron Paul, está compuesta por cómplices del sistema bancario y el status quo; me he ocupado ya de esta afirmación: aquí, aquí y aquí).

Con tanto de lo que ocuparme no voy a entrar en (1) ahora, pero debería bastar con apuntar que ser creada por una ley del Congreso, tener a los miembros del consejo nombrados por el presidente de EEUU y disfrutar de privilegios de monopolio concedidos por el gobierno sin los cuales no tendría ninguna importancia, no son las características típicas de una institución “privada”. Me ocuparé de (2) y (3) en lo que sigue.

Esta explicación trata de refutar las mentiras principales que circulan entre los greenbackers: (a) que un patrón oro (ya sea con reserva fraccionaria o al 100%) o el sistema de moneda fiduciaria de la Reserva Federal llevan a una situación en que no todos los préstamos en vigor pueden pagarse porque “no hay suficiente dinero” para pagar el principal y los intereses; (b) que si a los bancos se les permitiera emitir préstamos con interés acabarían con todo el dinero y que la única alternativa es papel moneda fiduciario “libre de deuda” emitido por el gobierno.

Mis respuestas serán las siguientes: (1) la afirmación de que “no hay suficiente dinero” para pagar principal e intereses es falsa, independientemente de qué sistemas monetarios estemos considerando y (2) incluso si el dinero “libre de deuda” fuera la solución, el mejor productor de dicho dinero es el libre mercado, no Nancy Pelosi ni John McCain.

Para entender qué tienen en mente los greenbackers con su propuesta de “dinero libre de deuda” y qué quieren decir con la expresión “dinero como deuda” que usan tan a menudo, veamos el proceso de creación de dinero en el tipo de sistema de moneda fiduciaria de reserva fraccionaria que tenemos. Supongamos que la Fed realiza una de sus “operaciones en el mercado abierto” y compra títulos públicos de uno de sus intermediarios primarios. La Fed paga esta compra emitiéndose un cheque, a partir de la nada, y entregándoselo al intermediario primario. El intermediario primario, a su vez, deposita el cheque en su cuenta bancaria, digamos en el Banco A.

El Banco A no deja quieto este dinero. El sistema actual prácticamente le obliga a usarlo como base para la expansión del crédito. Así que si se han depositado 10.000$ en el banco, unos 9.000$ se prestarán al prestatario C. Así que el prestatario C tiene ahora 9.000$ en poder adquisitivo aparecido de la nada, mientras que la persona B todavía puede firmar cheques sobre sus 10.000$.

Por eso los greenbackers hablan de “dinero como deuda”. Los 9.000$ que creó el Banco A en nuestro ejemplo entraron en la economía en forma de un préstamo a la persona B. En nuestro sistema no se permite a los bancos imprimir efectivo, pero poder hacer lo que desde su punto de vista es la siguiente mejor opción: crear de la nada depósitos a la vista. Los bancos emiten préstamos de la nada abriendo una cuenta corriente al cliente, cuyo balance se crea de la nada en la cantidad del préstamo.

La queja del greenbacker es esta: cuando el banco de reserva fraccionaria crea ese préstamo de 9.000$ al 10% de interés (por ejemplo), espera 900$ en pagos de intereses al final del periodo de préstamo. Pero si el banco creara solo los 9.000$ para el propio préstamo y no los 900$ que acabará ganando en intereses, ¿de dónde se supone que vienen esos 900$ extra?

En principio, esto puede que no parezca un problema. El prestatario solo tiene que conseguir 900$ extra trabajando más o consumiendo menos. Pero no es una respuesta en absoluto, según el greenbacker. Como todo el dinero entra en el sistema en forma de préstamos a alguien (recordemos cómo nuestro banco de reserva fraccionaria aumentaba la oferta monetaria creando un préstamo de la nada), esta solución simplemente retrasa el problema. Todo el sistema consiste en préstamos para los cuales solo se creó el principal. Y como los bancos crean solo las cantidades principales de estos préstamos y no el dinero extra necesario para pagar el interés, sencillamente no hay dinero suficiente para que todos paguen sus deudas al tiempo.

Así que el problema del sistema actual, según ellos, es que nuestro dinero está “basado en la deuda”, entrando en la economía como una deuda propiedad de un banco. Prefieren un sistema en que el dinero se crea “libre de deuda”, es decir, impreso por el gobierno y gastado directamente en la economía, en lugar de creado mediante préstamos bancarios.

En la sección de comentarios de mi blog un crítico me ha dicho que incluso bajo un patrón oro 100%, sin banca de reserva fraccionaria, la carga de intereses sigue implicando pedir a los prestatarios hacer lo que es literalmente imposible que hagan todos ellos a la vez o al menos llevaría invariablemente a una situación en la que los bancos acabarían con todo el dinero.

Todas estas afirmaciones son categóricamente falsas.

No es verdad que “no hay dinero suficiente para pagar los intereses” bajo un patrón oro o un dinero en un mercado libre y tampoco es cierto bajo el tipo de sistema de papel fiduciario de reserva fraccionaria que tenemos ahora. Indudablemente no es cierto que “los bancos acabarán con todo el dinero”. Hay multitud de razones para condenar el actual sistema bancario, pero esta no es una de ellas. Los greenbackers se centran en algo irrelevante, algo así como criticar a Barack Obama por su gusto con los trajes de caballero.

Quiero responder a esta afirmación bajo dos escenarios: (1) un patrón oro 100% sin reservas fraccionarias y (2) nuestro actual sistema de moneda fiduciaria y reserva fraccionaria.

Para hacerlo, recordemos qué es el dinero y de dónde viene.

El dinero deriva del sistema primitivo del trueque, en el que la gente intercambia bienes directamente por otros: queso por papel, zapatos por manzanas. Es un sistema evidentemente burdo porque (entre otras muchas razones que confío en que los lectores pueden pensar por sí mismos) los proveedores de papel no están necesariamente en el mercado buscando queso ni viceversa.

Una economía monetaria, por otro lado, es una en que los bienes se intercambian indirectamente entre sí: en lugar de tener un propietario de un balón de baloncesto que quiere un sombrero en una posible búsqueda inútil de un propietario de un sombrero que quiera un balón de baloncesto, aquel intercambia en su lugar su balón por lo que esté funcionando como dinero (oro y plata, por ejemplo) y luego intercambia el dinero por el sombrero que quiere.

La gente insatisfecha con el sistema torpe e ineficaz del trueque percibe que si puede adquirir un bien más ampliamente deseado y más comerciable que el que posee actualmente, es más posible que encuentre alguien dispuesto a intercambiarlo con él. Ese bien más comercializable tenderá a tener ciertas características: durabilidad, divisibilidad y un valor relativamente alto por unidad de peso. Y cuanto más empiece a usarse el bien como medio común de intercambio, más gente que no tenga un deseo particular de él lo aceptará en el intercambio de bienes. De esa manera, oro y plata (o cualquier cosa que resulte ser el dinero) evolucionan hasta ser un medio completo de intercambio y acaban siendo dinero (que se define como el medio de intercambio más ampliamente aceptado).

Por tanto el dinero aparece espontáneamente como un producto útil en el mercado. El hecho de que la gente lo desee por los servicios que proporciona directamente contribuye a su comerciabilidad, lo que lleva a la gente a usarlo en el intercambio, lo que a su vez lo hace más comercializable, porque ahora puede usarse tanto para su uso directo como indirectamente como medio de intercambio.

Advirtamos que no hay nada en este proceso que requiera al gobierno, su policía o cualquier forma de privilegio monopolístico. El sistema preferido por los greenbackers, en el que el dinero lo crea un gobierno monopolista, es completamente ajeno y extraño a la evolución natural del dinero como lo hemos descrito.

Y no os equivoquéis: el dinero tiene que aparecer en la forma que hemos descrito. No puede aparecer por primera vez como papel fiduciario emitido por el gobierno. Siempre que pensamos que hemos encontrado un ejemplo en la historia de un dinero fiduciario puro impuesto por el estado, un análisis más profundo descubre alguna conexión entre ese dinero y un dinero preexistente, que es o un material o puede a su vez remontarse a uno.

Para empezar, pedazos de papel con caras de políticos no son bienes vendibles. No tienen valor de uso y por tanto no podrían haber aparecido del trueque como la mayoría de los bienes comercializables en la sociedad.

Segundo, aunque el gobierno intentara imponer a la gente un papel moneda emitido desde la nada, no podría utilizarse como un medio de intercambio o una herramienta de cálculo económico porque nadie podría saber lo que valdría. ¿Tres Toms valen un manzana o siete abrigos de piel? ¿Cómo puede saberse?

Por el contrario, el dinero elegido por el mercado puede usarse como un medio de intercambio y una herramienta de cálculo económico. Durante el proceso que fue de ser solo otro material a convertirse en el material monetario, ha estado siendo ofrecido en intercambios de trueque para todos o la mayoría de los demás bienes. Como consecuencia, aparece una serie de precios de trueque en términos de ese bien. (Para simplificar, en este ensayo supondremos que es el oro el material que elige el mercado como dinero). La gente puede recordar el precio en oro de relojes, el precio en oro de la mantequilla, etc., del periodo de trueque. El material monetario no es algún objeto arbitrario al que el gobierno obliga a la gente a valorar. Ordenar a la gente que crea que pedazos de papel sin valor son valiosos es un trabajo bastante difícil, luego es absurdo esperar que utilicen esta cosa misteriosa, previamente desconocida para facilitar los intercambios, sin ningún precio pre-existente como una base para el cálculo económico.

Por supuesto, existe hoy dinero fiduciario en todo el mundo, así que parece a primera vista que todo lo que acabo de argumentar deba ser falso. Evidentemente el gobierno ha sido capaz de introducir el papel moneda de la nada.

Aquí es cuando la obra de Murray Rothbard resulta especialmente útil. En su pequeño libro clásico ¿Qué ha hecho el gobierno de nuestro dinero? parte del análisis de Ludwig von Mises y describe concisamente los pasos por los que un material elegido por la gente mediante sus intercambios voluntarios del mercado se transforma en un sistema monetario completamente diferente, basado en el papel fiduciario.

Los pasos son en general los siguientes. Primero, la sociedad adopta un dinero material, como se ha descrito antes. (Como apunté antes, para facilitar la explicación elegiremos el oro, pero podría ser cualquier producto que seleccione el mercado). Luego el gobierno monopoliza la producción y certificación del oro. Los billetes emitidos por bancos o gobiernos que pueden ser redimidos por una cantidad concreta de oro empiezan a circular como un sustitutivo cómodo del transporte de monedas de oro. Estos certificados monetarios reciben distintos nombres en distintos países: dólares, libras, francos, marcos, etc. Estos nombres nacionales condicionan a la gente para que piense en el dólar (o en la libra o en lo que sea) en lugar de en el propio oro como dinero. Así resulta menos desorientador cuando se da el paso final y el gobierno confisca el oro al que tienen derecho los poseedores de los certificados en papel, dejando a la gente con un papel moneda sin respaldo.

Así aparece el papel moneda sin respaldo. Empieza como un sustitutivo convertible para un material como el oro y luego el gobierno retira el oro. Continúa circulando incluso sin el respaldo del oro porque la gente puede recordar los tipos de intercambio que existían entre el papel moneda y otros bienes en el pasado, así que el papel moneda no se le impone desde la nada.

Por tanto el dinero del mercado libre es un dinero material. Y el dinero material no es dinero “basado en deuda”. Cuando un buscador de oro produce oro y lo lleva a la ceca para transformarlo en monedas, simplemente gasta el dinero en la economía. Así que el dinero del libre mercado no entra en la economía como un préstamo. Es un ejemplo de “dinero libre de deuda” a favor del cual supuestamente están los greenbackers. Sospecho fuertemente que muchos de ellos no han pensado en el problema en este sentido. Si lo que defienden es “dinero libre de deuda”, ¿por qué suponen automáticamente que debe producirlo el estado? Para ser coherentes, deberían apoyar todas las formas de dinero libre de deuda, incluyendo el dinero que toma la forma de un bien producido voluntariamente en el mercado y sin ninguna forma de privilegio de monopolio.

La forma de “dinero libre de deuda del mercado libre tampoco requiere un monopolio público o se basa en la esperanza absurdamente ingenua de que la producción pública de “dinero sin interés” será llevada a cabo sin corrupción o de un modo no arbitrario. (Cualquier “política monetaria” que interfiera o adivine la existencia de dinero que produciría la matriz voluntaria de intercambios conocida como mercado libre es arbitraria).

¿Pero qué pasa con la afirmación greenbacker de que los pagos de intereses, por su propia naturaleza, no pueden abonarse simultáneamente por todos los miembros de la sociedad?

Esto está claro que no es verdad en una sociedad en la que la producción del dinero se deja al mercado. La queja greenbacker acerca de los pagos de intereses en un sistema de reserva fraccionaria es que los bancos crean de la nada el principal de un préstamo y que como no crean asimismo la cantidad de dinero necesaria para pagar también los intereses, no puede llevarse a cabo la suma colectiva de los pagos de préstamos (principal e intereses). Algunos, conceden lo greenbackers, pueden pagar sus préstamos con intereses, pero no todos.

Pero esto no es lo que ocurre en la situación que hemos estado describiendo, en la que el dinero se elige espontánea y voluntariamente por parte de los individuos en la sociedad y en la que el gobierno no desempeña ningún papel. El dinero en este verdadero sistema de laissez faire se gasta en la economía una vez se produce, no aparece de la nada, así que no hay problema de “dinero basado en deuda” que lleve a una situación en la que “no hay suficiente dinero para pagar los intereses”. No hay “deuda” creada en ningún punto del proceso de producción de dinero en el mercado libre para empezar. El mercado libre nos da “dinero libre de deuda”, pero los greenbackers no lo quieren.

Supongamos que soy un banquero y te presto diez onzas de oro a un 10% de interés. El próximo año me deberás 11 onzas: diez onzas por el principal y una onza por el interés. ¿Dónde ganas el dinero para pagarme el interés? O absteniéndote de consumir en ese grado y ahorrando el dinero o ganándolo proporcionando bienes o servicios a otros. En otras palabras, ganas el dinero para pagar el interés igual que ganas el dinero para pagar cualquier otra cosa.

(Incluso bajo el patrón oro clásico, en el que el oro respaldaba solo parte del papel moneda en circulación, sigue habiendo una porción de la oferta monetaria, que son los sustitutivos monetarios que tienen respaldo en oro, que no existe y que puede por tanto servir como fuente de pagos de intereses).

Aunque falle el argumento de que “no hay dinero suficiente para pagar los intereses”, quiero ocuparme de una advertencia relacionada acerca de la moneda fuerte (una advertencia que hice al principio de este artículo) que leí en la sección de comentarios de mi blog: prestar con interés por parte de los bancos llevará a un resultado a largo plazo en el que los banqueros tendrán todo el dinero.

El argumento es el siguiente: si los bancos pueden prestar 1.000 onzas de oro hoy y ganar 100 onzas en intereses (suponiendo un tipo de interés del 10%) al final del periodo de préstamo, entonces en el siguiente periodo tendrán un nuevo total de 1.100 onzas a prestar y a su vez pueden ganar 110 en intereses por esto. Entonces tendrán un total de 1.210 onzas y cuando las presten ganarán 121 onzas en intereses. En el siguiente periodo tendrán 1331 onzas (que son 1.210 más las 121 que ganaron en intereses en el periodo anterior), etc. Acabarán teniendo todo.

Esto es completamente erróneo, pero, aunque fuera verdad, cabe suponer que incluso los banqueros necesitan comprar cosas en un momento u otro, así que el dinero volverá a circular en la economía en cualquier caso. El propio producto dinero raramente da a la gente mucha utilidad como para guardarlo a costa de alimento, agua, ropa, alojamiento, diversión, etc. Y cuando vuelve a circular, el mismo dinero puede usarse para pagar intereses en múltiples préstamos.

La razón más importante para encender aquí las luces de alarma es que esta advertencia se aplicaría a cualquier negocio, no solo a la banca. Por ejemplo, si Apple nos vende buenos equipos electrónicos consigue ganancias. Esas ganancias le permiten invertir en procesos de producción más eficientes, lo que significa que Apple podrá producir más y mejores computadoras y otros dispositivos el próximo año. Si los compramos, Apple tendrá aún más beneficios, lo que significa que podrá producir aún más y mejores productos el año posterior y antes de que os deis cuenta, Apple tendrá todo vuestro dinero.

¿Qué falta entonces en este escenario? La demanda. Los consumidores no tienen una demanda infinita de productos electrónicos. Si Apple continúa fabricando más iPods, tendrá que venderlos a precios cada vez menores para inducirnos a comprarlos. Esto es de primero de economía: la ley de la demanda, deducida a su vez de la ley de la utilidad marginal. Cuanta más electrónica compro, menos utilidad obtengo de las unidades adicionales de dichos bienes (y por tanto menos dispuesto estoy a comprar más). Entretanto, como mi balance de efectivo está vacío por estas compras, aumenta la utilidad marginal del dinero restante (y por tanto más dispuesto estoy a quedarme ese dinero que a intercambiarlo por más electrónica de consumo).

Lo mismo pasa con los préstamos al consumo (y la producción). La objeción greenbacker supone que la demanda de préstamos es infinita. Como zombis, continuaremos demandando préstamos sin que importe el tipo de interés y los bancos siempre serán capaces de encontrar más gente dispuesta a pedir más crédito. Pero como he demostrado antes, para inducirnos a absorber una mayor oferta de electrónica de Apple o inducir a compradores adicionales a entrar en el mercado, los precios de esos bienes han de bajar.

Este principio también vale para el crédito. Para inducirnos a aceptar un suministro creciente del crédito, los bancos no tendrán otra alternativa, dada la ley de la demanda, que rebajar el tipo de interés. De esto se siguen dos consecuencias. Al ganar menos interés, serán menos capaces de permitirse pagar a sus clientes tipos de interés competitivos en las cuentas de ahorro o en productos financieros, como certificados de depósito. Y al alejarse esos clientes del sistema bancario en busca de mayores rendimientos fuera de la banca, los bancos tendrán menos para prestar. Estas dos presiones gemelas ponen un límite superior a la cantidad de crédito que pueden extender los bancos.

Así que podéis respirar. Los bancos no acabarán con todo el dinero después de todo.

En el mercado libre, la producción de dinero solo se produciría de la misma forma que la producción de cualquier otro bien, sin que a ningún productor de dinero se le conceda ningún privilegio monopolista. La persona media sin duda tiene dificultades para imaginar cómo podría existir el dinero sin un fabricante monopolista. ¿No querrían todos dedicarse a la producción de dinero? Después de todo, creas dinero. ¡Vale, crearé mi propio dinero y lo gastaré! ¿No es eso naturalmente más lucrativo que producir otros bienes?

Ante todo, nadie puede esperar imprimir pedazos de papel con su cara y gastarlos poniéndolos en circulación. Nadie los aceptaría, no hace falta decirlo, y, como hemos visto, es imposible que el dinero se introduzca ex nihilo de esta manera. La única forma en que puede aparecer el dinero en el mercado libre es como algo que se haya considerado, al menos alguna vez, como un producto útil. El papel moneda puede aparecer en el mercado libre y sin coacción si sirve como un recibo redimible del dinero material, pero el papel moneda irredimible no puede aparecer sin amenazas o violencia del gobierno.

Repito que, como vimos antes, el patrón es este: un producto es elegido libremente por los participantes en el mercado para usarlo como dinero, por comodidad, los recibos en papel completamente convertible en ese dinero empiezan a circular como sustitutivos del dinero y finalmente el gobierno elimina el producto que respalda al papel y solo circula dicho papel. Esto es de hecho no que ocurrió en Estados Unidos en 1933.

Así que vuestro amigo Joe no debería esperar que en un mercado libre pueda imprimir algunos billetes con su cara y ser capaz de intercambiarlos por bienes y servicios. Además de los problemas lógicos que examinamos antes, también parecería un chalado por siquiera intentar algo así.

Asimismo, como en cualquier otro sector, el beneficio regula la producción. La producción de dinero, como la producción de todos los demás bienes, establece una tasa normal de retorno y no tiene un aspecto único que le permita regar a los participantes en ese sector con beneficios extraordinarios. A medida que más empresas entran en el negocio, la creciente demanda de factores de producción necesarios para producir el dinero pone una presión al alza en los precios de aquellos factores. Entretanto, el aumento en la propia producción de dinero pone una presión a la baja en el poder adquisitivo del dinero producido.

En otras palabras, estas presiones gemelas de (1) el creciente coste de la producción de dinero y (2) el valor decreciente del dinero así producido (ya que cuanto más dinero exista, ceteris paribus, menor será su poder adquisitivo), sirven para regular la producción de dinero de la misma forma que regulan la producción de todos los demás bienes en la economía.

Una vez se extrae el oro, ha de convertirse en monedas para su uso general y consecuentemente se acuñan con alguna forma de certificación fiable que indique el peso y la ley de esas monedas. Las empresas privadas realizan esa certificación para una amplia variedad de bienes en el mercado libre. Este servicio se proporciona para monedas recién acuñadas por cecas.

Los servicios bancarios existirían en el mercado libre en la medida en que la gente valorara la intermediación financiera, así como los diversos servicios que proporcionan los bancos, como la firma de cheques y la custodia de dinero.[1]

La intermediación del crédito consiste en tomar dinero de los ahorradores, agrupar esos fondos y utilizando esos fondos agrupados dar préstamos a los prestatarios. Los bancos ganan el diferencial de tipos de interés que existe entre los tipos que cobran a los prestatarios y los que pagan a los ahorradores. El grupo de ahorros y la identificación de proyectos a los que esos fondos pueden dirigirse temporalmente es un servicio importante en una economía de mercado.

Y como pasa con la producción de todos los demás bienes y servicios en el mercado, la intermediación del crédito está regulada por el beneficio. No puede multiplicarse indefinidamente, como parecen creer muchísimos comentaristas greenbackers. De la misma forma que los altos beneficios en un sector atraen a nuevos participantes en  ese sector y por tanto disipan esos beneficios, un alto diferencial en el tipo de interés entre prestatarios y ahorradores atraería a más gente a los servicios de intermediación del crédito. Estos entrantes necesitarán pagar tipos de interés más altos a los ahorradores para adquirir fondos adicionales para intermediar con los prestatarios. Inversamente, para atraer a prestatarios adicionales tendrán que rebajar los tipos de interés cobrados a estos. Esta doble presión (tipos más altos para los ahorradores y tipos más bajos obtenidos de los prestatarios) hace desaparecer los beneficios bancarios y pone un límite superior a las actividades de intermediación del crédito. Así que de nuevo los bancos afrontan un límite natural a sus actividades y no pueden quedarse con todo nuestro dinero.

Hasta aquí hemos considerado el caso de un patrón oro o un mercado libre puro en el dinero. Pero bajo un sistema de no mercado de moneda fiduciaria y bancos de reserva fraccionaria, las preocupaciones de los greenbackers siguen siendo erróneas. Hay multitud de razones para criticar el dinero fiduciario y la banca de reserva fraccionaria, pero como el alegato contra ellos está minado por argumentos falsos, quiero dejar aparte esta falsa argumentación concreta.

Sabemos por nuestro análisis anterior que el dinero tiene que aparecer en el mercado como un producto útil y que es insostenible la teoría del dinero del estado, en la que el dinero solo tiene valor porque el estado declara que tiene valor.

Cuando Franklin Roosevelt confiscó el oro de los estadounidenses en 1933 y les dio papel moneda a cambio, este dinero no entró en el sistema “como deuda”. Fue un simple acto de conversión del metal precioso en papel. (Gracias a J.P. Koning por encontrar ese enlace). Así es como todos los sistemas de moneda fuerte se convierten en fiduciarios: el metal precioso que respalda la divisa desaparece y al pueblo le queda solo el papel que se le dio a cambio de su metal. Y como esa porción de las existencias de dinero que consiste en la redención del metal precioso del pueblo en papel no está basada en deuda (el gobierno le está dando el dinero, no prestándolo), se convierte en una porción permanente de las existencias totales de dinero de la que pueden conseguirse los pagos de intereses. Por tanto, siempre hay una porción de las existencias de dinero que no está conectada con ninguna deuda, así que hay ningún proceso incluido, ni siquiera en un sistema de papel fiduciario de reserva fraccionaria, por el que las deudas deban ser colectivamente impagables.

Bajo el patrón oro como existía en Estados Unidos, los bancos emitían ambos tipos de sustitutivos de dinero en la tipología de Mises: certificados monetarios (papel que sirve como recibo del oro depositado) y medios fiduciarios (papel que, aunque físicamente indistinguible de los certificados monetarios, no se corresponde con ningún oro en depósitos: es lo que crean los bancos cuando quieren aumentar la oferta monetaria más allá de las existencias de oro). Solo los medios fiduciarios se considerarían “dinero basado en deuda”, porque solo los medios fiduciarios entran en el sistema como nuevos préstamos. Los sustitutivos del dinero que corresponden a oro en las reservas de los bancos no están basados en deuda. No entran en la economía como recibos de oro en depósito en los bancos. Esta porción de las existencias de dinero se convierte también en un fondo permanente, incluso después de la transición a un sistema de moneda fiduciaria, de la que pueden obtener pagos de intereses.

Recordemos de nuevo que cuando la gente paga intereses bancarios sobre sus préstamos, estos propios pagos de intereses se gastarán en buena medida en la economía por empleados del banco. La misma unidad de moneda puede así utilizarse para pagar principal o intereses en múltiples préstamos al circular una y otra vez. No hay razón para que los banqueros o cualquier otro quiera ganar beneficios y nunca gastarlos o invertirlos, salvo que resulte que alguien sea un fetichista que obtenga placer por revolcarse literalmente en el propio dinero. No es muy habitual.

Con mucho, las mejores defensas y descripciones de un mercado libre puro en el dinero están el libro de Jörg Guido Hülsmann, The Ethics of Money Production y el extraordinario testimonio en el Congreso de Jeffrey Herbener en 2012 ante el subcomité de política monetaria de Ron Paul. Os recomiendo encarecidamente que leáis al menos el testimonio de Herbener. Está maravillosamente escrito y su lógica prácticamente obliga a que el lector asienta. (Entretanto, ved este vídeo en el que el profesor Herbener explica por qué se convirtió en austriaco a mitad de su carrera, aunque no ganaba nada profesionalmente al hacerlo).

En resumen, no hay necesidad de reemplazar a la Fed con otra creación del gobierno. No hay ninguna buena razón para reemplazar el monopolio de la Fed con un monopolio público más directamente ejercido. Todo lo que necesitamos para un sistema de moneda fuerte son las leyes ordinarias de comercio y contrato.

Opongámonos a la Fed por las razones correctas y opongámonos de raíz: no porque no cree suficiente dinero de la nada (¿es en realidad una crítica esencial a la Fed?) sino porque las causas de la libertad, la paz social y la prosperidad económica se oponen a cualquier monopolio impuesto coactivamente y porque la confianza ingenua en la clase política estadounidense que reclama la alternativa greenbacker está por debajo de la dignidad de un pueblo libre.

(Gracias a Robert Murphy por sus comentarios sobre este artículo).


[1] Hay una tradición dentro dela Escuela Austriaca, particularmente entre los rothbardianos, de separar estas funciones de los bancos. Los bancos pueden actuar como almacenes de dinero o como intermediarios de crédito o como ambas cosas. No es lo mismo. Es posible imaginar bancos que ofrecen un servicio o el otro, así como concebir bancos que ofrezcan ambos servicios, pero distinguiéndolos claramente. Por ejemplo, las cuentas corrientes estarían disponibles para clientes a la vista y así en ese caso el banco estaría operando como un almacén de dinero, mientras que las cuentas de ahorro, certificados de depósito, etc. serían considerados un préstamo al banco, con el que el banco podría dedicarse a actividades de intermediación.


Publicado el 29 de marzo de 2013. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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