¿Los libertarios deben defender el derecho al aborto?

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El derecho individual por sobre la opinión ofendida de la comunidad

Existen muchos aspectos importantes en torno al asunto del aborto, pero uno de ellos es fundamental: aparte de diversos hechos, ¿cuál es el derecho fundamental de una persona respecto al aborto? En un enfoque de alguna manera injusto, nos limitamos a únicamente considerar el punto de vista de la mujer involucrada (el varón podrá tener alguna opinión sobre el asunto, pero asumiremos que no se opone).

Establecer que las mujeres tienen derecho a abortar es mayormente una cuestión de refutar los (malos) argumentos que insinúan lo contrario. Con seguridad estaremos de acuerdo con que una persona tiene un derecho básico a hacer algo solo si puede demostrarse que llevar adelante esa acción no daña a los demás.

Entonces: ¿abortar a un feto le hace daño a alguien? Una vez más debemos pasar por alto cualquier argumento sobre personas con reivindicaciones particulares: ¿Ha hecho alguien —el varón involucrado, digamos— algún acuerdo con la futura madre que limite su libertad de acción? Asumiremos que no.

En ese caso, el único que podría reclamar es el propio feto. Y sobre esto, debemos destacar, que en esta etapa del proceso de desarrollo los fetos no tienen ni son capaces de tener una opinión al respecto. Que continúe o no su desarrollo es una decisión que recae totalmente sobre los demás, y especialmente sobre la futura madre.

Dado que el feto, como son las cosas, no tiene cómo dar opinión sobre el tema, cabe preguntarse cómo la relación del feto con cualquier cosa del futuro influye en la discusión.

¿Cómo podría contestarse? Solo parecería que hay dos formas de hacerlo. (1) Podría sugerirse que la persona en la que se convertirá el feto, si continúa su desarrollo, sufriría un daño al privarle su propia vida. También, (2) podría argumentarse que las necesidades de la comunidad, o cualquier otra necesidad, se beneficiarían de la producción de esta persona.

Con respecto al punto (1): El problema es que el individuo en el cual se desarrollará el feto aún no existe; y si es abortado, nunca existirá. Por lo tanto no hay individuos cuyas objeciones sean relevantes si la potencial madre opta por abortar. Y respecto del punto (2) nos debemos preguntar por qué la «comunidad» debería poder desautorizar los derechos de la potencial madre.

Si no pueden convencer a la madre de que tenga a este hijo, ¿cómo se puede justificar una decisión en contra de sus deseos? Con certeza los deseos de la madre son prioritarios: el libertarismo es fundamentalmente acerca de los derechos de los individuos.

Jan Narveson es un profesor emérito distinguido de la Universidad de Waterloo, Ontario, y preside el Instituto de Estudios Liberales. Es autor de siete libros, incluyendo The Libertarian Ideajunto con cientos de artículos, la mayoría sobre ética y política. Es fundador (1974) y presidente de la Sociedad de Música de Cámara Kitchener-Waterloo, que organiza más de 70 conciertos de cámara anualmente.


Traducido por Adam Dubove.

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