Para demostrar en términos de teoría económica, que esta ley de tendencia siempre es cierta, dispondremos de un ejemplo:
-Qué es lo que separa al actor de su tan ansiado fin?
Sencillamente, un conjunto de etapas sucesivas que conllevan tiempo.
Lo que nos separa de nuestro “fin”, es el tiempo.
De esta afirmación se puede deducir, que como seres humanos pensantes, siempre trataremos de disminuir en lo posible aquello que nos separa de conseguir tan anisado fin -etapas sucesivas que conllevan tiempo- No aumentaremos la duración de una acción si no logramos a cambio de esto, un fin que percibamos como más valioso en comparación al de menor duración. Todos actuamos de tal manera que si posponemos en el tiempo la consecución de los fines, es decir si emprendemos acciones que van a madurar en un futuro periodo de tiempo, es porque creemos que lograremos fines de mayor valor.
Siendo definido todo lo anterior, ya podemos dar paso a la categoría esencial dentro de la teoría del capital – Denominada la Ley de Preferencia Temporal – la cual se define *“ceteris paribus, el actor prefiere satisfacer sus necesidades o lograr sus objetivos cuanto antes. A igualdad de circunstancias, los bienes presentes siempre se prefieren a los bienes futuros”.
Solo estaremos dispuestos a posponer en el tiempo la consecución de nuestros fines, a un futuro más lejano , si es que con ello pretendemos alcanzar un fin de más valor.
Esta ley está inserta en la estructura lógica de toda acción (praxeología), está presente en la mente de todo ser humano, y todos actuamos en base de la ley de la preferencia actual.
Bibliografía
*Dinero crédito bancario y ciclos económicos, Jesús Huerta de Soto