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Cuatro mitos económicos que perpetúan la crisis del euro

Demasiados de los comentarios acerca de la crisis griega se han centrado en si Grecia debería abandonar o no el euro y no lo bastante en los problemas estructurales que derivan de décadas de socialismo. Entretanto, el gobierno griego ha tomado prestado más dinero del que pueda devolver el pueblo griego y una moneda devaluada no hará de desaparezca este hecho. Por el contrario, más dinero fácil causará aún más daño.

Lo mejor que pueden hacer Europa y Grecia ahora mismo por su propio bien es enfrentarse a algunas de las falacias económicas que han dirigido desde hace mucho en debate sobre Grecia, el euro, la austeridad y la deuda. He aquí cuatro falacias que están entre las más dañinas:

1.     El euro es una moneda demasiado fuerte para Grecia

La declaración normalmente se acompaña con una referencia a que la productividad griega es inferior a la de los países del norte de la UE. La lógica, tal y como se expresa, es que el euro no es una divisa apropiada para países con niveles enormemente distintos de productividad. A esto le sigue una recomendación de que Grecia abandone la Unión Monetaria Europea y restituya el dracma. El Banco Nacional de Grecia establecería entonces una tasa muy baja de tipio de cambio entre el dracma y el euro, haciendo más competitivos los productos griegos.

Bueno esto equivale a un curso de falacias económicas incluidas en esta cadena lógica. Una moneda es un medio indirecto de intercambio. Dos países con distintos niveles de productividad pueden usar el mismo medio de intercambio igual que dos individuos. Puedes pagar al chico de la casa contigua para que siegue tu césped con dólares que hayas ganado en un trabajo se alta capacidad y muy bien pagado. Aun así ambos usáis dólares. No hay razón para que griegos y alemanes no puedan usar la misma moneda. En la época del patrón oro, las divisas nacionales se definían por sus tipos de cambio con el oro y eran redimibles en metales preciosos; por tanto, en la práctica, todos los países estaban usando la misma moneda: el oro.

2.     Devaluar la moneda ayudaría a los griegos a recuperarse mediante exportaciones

Relacionada con la falacia anterior está la idea de que devaluar la moneda ayudaría a la economía griega por los efectos estimulantes de un aumento en las exportaciones. La idea es que los griegos pueden dar más dracmas por la divisa de sus socios comerciales haciendo las exportaciones griegas más baratas en términos de divisa extranjera. Las mayores exportaciones estimularían toda la economía. Pero la devaluación de la moneda simplemente causa una transferencia de riqueza dentro de la zona monopolizada de la moneda.

Sin embargo, el efecto Cantillon nos dice que los primeros receptores del dinero recién impreso se benefician de su capacidad de comprar recursos a los precios existentes. Los perdedores son los más alejados del aumento inicial en el gasto, como los pensionistas. Encontrarán que su dinero no compra tanto, debido a los aumentos de precios que son la consecuencia inevitable de un aumento en el gasto monetario. Al final lo exportadores descubren que el coste de sus recursos ha aumento, momento en el que reclaman otra ronda de devaluación monetaria para impulsar las ventas en el extranjero y evitar pérdidas empresariales. Se verán obligados a pagar más por sus factores de producción y deberán aumentar precios en términos de moneda local. Para evitar ventas a pérdida necesitan que sus compradores extranjeros reciban más moneda local, para que sus bienes no aumenten de precio en términos de moneda extranjera. Esta política oculta los problemas estructurales reales. No es un problema de moneda.

3.     Instaurar su propia moneda permitirá al gobierno evitar recortes impopulares de gasto

En otras palabras, devaluar la divisa es una forma de evitar el temido monstruo de la austeridad. Los gobiernos harían creer a la gente que hay suficientes recursos reales para redistribuir de los ricos para aliviar toda pobreza. Se supone que los ricos han confiscado vilmente la riqueza del pueblo y redistribuirla siguiendo líneas socialistas generaría abundancia para todos. El lema socialista de “abundancia para todos” ha estado en marcha mucho tiempo y todavía tiene que demostrar su valor para aliviar la pobreza.

4.     Una moneda debe estar respaldada por un poder político con autoridad para fijar impuestos

Se ha citado a Milton Friedman diciendo hace años, en referencia a la formación del Sistema Monetario Europeo, que una unión monetaria necesitaba una unión fiscal. El ministro de finanzas de Italia, Pier Carlo Padoan, fue citado en el Financial Times de Londres el 27 de julio de 2015 diciendo que la única forma de defender el euro era dirigirse “directamente hacia la unión política”.

Por supuesto, ambos se referían al dinero fiduciario (es decir, dinero impuesto por el estado y no respaldado por nada salvo las leyes de curso legal de y una zona monetaria monopolizada). El dinero real (la moneda fuerte) es un material que fue descubierto por el mercado como el medio intermedio de intercambio más útil. El dinero fuerte fue descubierto por el mercado y es usado por partes cooperantes. Nadie está obligado a usar dinero fuerte. Las partes que usan moneda fuerte disfrutan de la protección del estado de derecho. Se persiguen las falsificaciones. Los banqueros que no entreguen metálico ante la presentación de sustitutivos del dinero, como certificados monetarios y billetes bancarios, también son perseguidos. Los mejores sistemas monetarios son privados, porque deben funcionar bajo el estado de derecho. Los peores sistemas monetarios están dirigidos por gobiernos, porque los propios gobiernos se excepcionan del estado de derecho.

Los griegos (y Europa) necesitan libertad monetaria

Abandonar el euro no resolverá los problemas de Grecia, ni tampoco un movimiento así eliminaría los problemas estructurales que subyacen en la unión monetaria europea. Seguir estas falacias económicas ha estimulado una creencia en que unos pocos ajustes pueden arreglar la situación euro-griega.

Pero es revelador que elección tras elección, los propios griegos demuestran que, aunque no desean austeridad, tampoco desean abandonar el euro. Saben que ese movimiento permitiría al gobierno descubrir la poca riqueza que permanece en el país. Los griegos ven que el euro, con todos sus defectos, sería superior a un dracma reinstaurado. De hecho, la mejor alternativa actual para Grecia es permitir la libre competencia en divisas que permitiría al pueblo griego comerciar con cualquier monda que consideren más deseable. Al mismo tiempo, Grecia debería dar la bienvenida y proteger, mediante el estado de derecho, el establecimiento de monedas privadas.

Pero persiste el problema fundamental del euro y debemos recordar que el propio gobierno griego respondió racionalmente a la estructura de la Unión Europea y la Unión Monetaria Europea. Tomó prestado mucho a tipos bajos de interés a prestamistas voluntarios. Aceptó todos los euros recién impresos tan ansiosamente ofrecidos por los diversos fondos de estas organizaciones defectuosas. No es el único país en hacerlo, simplemente el primero en el que se hacen evidentes las consecuencias adversas de la estructura defectuosa de la UE. Habrá otros y las consecuencias adversas serán mayores.


Publicado originalmente el 26 de abril de 2012. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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