Centro Mises (Mises Hispano)

Libertad y solidaridad

NO MÁS ESCASEZ

Soy un converso a las maravillas del capitalismo, pero precisamente como capitalista converso no siempre lo he sido. Cuando uno empieza a crecer el socialismo utópico o “científico”, el intervencionismo, entre otros, seducen de una manera particular. ¿Por qué seducen esos discursos? Al menos en mi caso porque me duele -y me sigue doliendo- la pobreza, el hambre y la miseria que padecen algunas personas. Y el socialismo es ¡la solución a la pobreza! ¿Realmente? ¿Cómo? Basta mirar cómo precisamente algunos venezolanos que marchaban en Medellín contra el socialismo se quejaban de la escasez… Sin embargo, en mi caso llegar a esas conclusiones tuvo que pasar por muchos caminos.

Una vez, una compañera de la práctica profesional me dijo que tenía que defender el socialismo en una clase de debate. Esto es un ejercicio intelectual bastante bueno. ¿Cómo se defiende el socialismo? En mi preparación pensé y le dije: sencillo: “piense en lo que van a lograr, no cómo lo van a lograr.”. Ignorando el cómo cualquier discurso socialista gana. Al fin y al cabo, trabajar en un sistema comunista “¡produce placer!”. ¡Ridículo! Sin embargo, ese “paraíso poético” tiene mejor marketing que Coca-Cola. El problema del socialismo es que en el cómo y en la práctica no es la última Coca-Cola del desierto… si es que alguien en ese medio se atreve a producir esa bebida. La verdad no me gusta la Coca-Cola, pero a diferencia del socialismo, nadie me obliga a beberla. En todo caso, sí caí en el marketing del socialismo.

Más allá de exponer las innumerables razones de por qué la economía de libre mercado es más eficiente, quiero compartir el camino intelectual. Adicionalmente, quiero mostrar cómo el estado en mi experiencia directa genera un despilfarro en programas sociales públicos y una limitación por medio de regulaciones e impuestos a los privados. Eso además que a medida que se pagan más impuestos se disminuye el incentivo a hacer obras de caridad. Se disminuye el incentivo porque se tiene menos dinero y porque se cree ingenuamente que el dinero de los impuestos se destina a programas sociales. La disminución del incentivo a la caridad privada se llama crowding out. Antes de finalizar, se muestra que la economía de mercado es en sí misma solidaria porque se potencian los talentos de cada uno generando riqueza que sirve a otros. Por último, se cuestiona sobre la acción solidaria individual, a no seguir esperando a que el dinero de los “ricos” (y generalmente los ricos son otros) resuelva el problema.

 

¿HAY QUE SACRIFICAR LA LIBERTAD POR LA SOLIDARIDAD?

Uno de los problemas intelectuales que tuve que superar era el dilema de si era mejor la libertad o la solidaridad. Este dilema, diálectica, crisis o como se llame me martillaba permanentemente la conciencia. ¿Más libertad y menos solidaridad? Realmente como el estado me ha parecido una figura corrupta [incluso en las épocas en las que lo defendía] no lograba ver cómo optimizar estos principios.Sin embargo, en la medida en que reflexionaba, dialogaba y pensaba cada vez veía más un problema en el estado. Sin embargo, ¡tiene que haber solidaridad! Así que entre entelequias el engaño mental me llevaba a cierta comunidad utópica, tal vez anárquica pero cooperativa. Además, no podía comprender cómo el alienígena que es la burocracia colombiana lograría su objetivo, el supuesto “servicio público”. Aunque pensaba que las relaciones privadas eran egoístas.

En ese entonces inicié el trabajo en un semillero de investigación sobre Responsabilidad Social Empresarial. Aunque siempre había estado en el mundo de la empresa, inclusive prefería vender en clase que estudiar el “contrato de compraventa”, pensaba que las empresas eran unas abusadoras. Salvo, claro está en mi venta de dulces donde hacía feliz a la gente y yo tenía más dinero para mí. Para mi sorpresa empezamos a investigar una empresa de flores y en vez de darle las lecciones de “moralidad” que les íbamos a dar fueron ellos los que nos enseñaron lo que realmente era hacer empresa. La RSE está muy de moda en contextos intervencionistas, pero si una empresa decide o no acoger sus prácticas es una alternativa libre. Eso va de la mano en un periodo donde conozco los impuestos colombianos que hacen de este país un infierno tributario, conozco que la actividad privada libre es una buena alternativa y rompo del todo con el copión de Marx [la alienación es de Hegel, la plusvalía de otro autor] al ver que la “lucha de clases” no es más que un prejuicio que cree enemigos a los que en realidad cooperan mediante la división del trabajo. Además, Marx era un mantenido por Engels y su clase no era propiamente proletaria, aunque era el iluminado de la lógica proletaria.

Por fin me encuentro con Bastiat, bueno con esta frase, que sella todo el dilema “La fraternidad es espontánea o no lo es. Decretarla es aniquilarla.”. Estas ideas las resumí en este artículo de mi blog EL ALISPRUZ : SOLIDARIDAD EN LIBERTAD: LA EFICIENCIA DE LA CARIDAD EN UNA SOCIEDAD SIN ESTADO. ¿Cómo podía pensar en una caridad impuesta? ¿Cuál era la gran contradicción? ¿Acaso es eficiente la solidaridad estatal? ¿Cómo puede ser eficiente la acción de un trabajador social que tiene asegurado su ingreso? Al fin y al cabo, mi deseo era una sociedad solidaria, pero el pre requisito para una sociedad solidaria es ¡una sociedad libre! El pre requisito para una caridad eficiente es ¡la libertad caritativa!

LA CARIDAD EN EL estado

¿A qué labor social estatal se dirigían estas personas? ¡A ninguna! El profesor de mercadeo de la Universidad de la Sabana César Betancourt logró crear un mercado con bienes accesibles para estas personas.

Cuando todavía creía en ese pseudo socialismo fantástico que solamente existía en mi cabeza alguien me dijo ¿para qué la responsabilidad social empresarial si yo pago impuestos? Alguna vez quería invitar a una persona a realizar labores solidarias y me dijo que no se animaba porque “pagaba muchos impuestos”. Hay incluso una amiga que me dice que es feliz pagando impuestos porque se van para “obras sociales”. Cualquiera de los tres casos desconoce muchas de las variables de la “caridad” estatal. En primer lugar, los incentivos de los burócratas no son propiamente el mejor uso de la plata sino ¡el uso de la plata! No se trata de gastar bien sino de gastar. Algunas instituciones públicas consideran que fomentaron el deporte porque regalaron uniformes de fútbol, otras creen que un subsidio que desincentiva la oferta de trabajo es una magnífica lucha contra la pobreza. En la educación los alumnos de colegios públicos tienen que padecer profesoras que los maltratan y que no tienen ni idea de cómo tratar a los niños ni cómo enseñarles.

En Antioquia, el departamento (distribución administrativa Colombiana) en el que yo vivo hacen gala de “Antioquia la más educada”. Una de las políticas es inaugurar “parques educativos”. Ese día me dio risa y el community manager de la gobernación me mandó un video dizque muy lindo. Por dentro pensé, va a salir algo al estilo de lo que es el Planetario para los pueblos pobres. ¿Era eso? ¡NO! Era una gigantesca edificación, con multimillonarias cotizaciones, cuyo oficio básicamente consistía en ser un “Centro comunitario” pero con un nombre diferente. Seguramente no me contaron que el edificio enseñaba por sí mismo, seguro habla y por eso es tan caro. En educación hay instituciones que reciben sumas multimillorias y diseñan programas educativos que son mediocres a los ojos de cualquiera por valores que superan en 100 veces trabajos bien hechos.

Por el contrario las obras de caridad privada sufren todos los días para saber cómo van a alimentar a los niños que están cuidando. Sus presupuestos son limitados, generalmente las labores provienen de voluntarios, viven prácticamente optimizando hasta el último centavo y sus labores son notorias. Y mientras nadie controla el despilfarro estatal [a menos que se diga que hay burocracia para hacerlo, en la teoría todo está controlado], las instituciones solidarias de carácter privado tienen que responder hasta por el desorden ajeno. Por cualquier papel que falte, la burocracia inicia investigaciones a las instituciones privadas. Eso sin contar que como mínimo las entidades de caridad privada necesitan dos personas resolviendo problemas de carácter tributario y contable, al menos en el caso colombiano.

Pero es que la “caridad” estatal no existe. El burócrata no tiene el incentivo del “servicio público” o social que tiene el voluntario privado. El burócrata puede ser muy bueno, pero sus incentivos son el salario y la forma de cumplir con sus objetivos es llenando informes gigantescos. Sin embargo, hay algunos que realmente se meten en esos mundos tan terribles por caridad. Es decir, no hay punto medio en los funcionarios: ¡o son unos idealistas que soportan ese mundo o son unos mediocres! Pero si se tiene un ingreso fijo para hacer labores, si se tiene la garantía de un presupuesto, el incentivo para hacer mejor las cosas, para llamar a vincular a terceros en la labor realmente disminuye. ¿Eso es caridad? Podrá serlo ¿Es eficiente? Al menos el incentivo no es tan fuerte…¿Existe el incentivo?

Uno de los temas que se trata en finanzas públicas es si las labores sociales disminuyen en la medida en que hay impuestos para ellas. Eso se conoce como el efecto crowding out. El crowding out es lo que explica porque se excusan de no hacer nada por los pobres bajo el argumento que le pagan al estado para que lo haga. Por el contrario en un ambiente libre cada persona como consumidor podría elegir libremente qué forma de ayudar a otros le gusta más. Al estar sectorizada la labor podría mirarse con más claridad el manejo financiero, la eficiencia y tener más razones para darle el apoyo al que más ayude.

Aunque suene escandaloso [me refiero a aquellos lectores para quienes “mercado=malo”], la caridad más efectiva es aquella que se encuentra en el mercado. Poder escoger las instituciones o labores solidarias a las que se prefiere apoyar puede ser un incentivo para que muchas personas se dediquen a ayudar al prójimo. Por otro lado, la posibilidad de escoger una labor u otra puede beneficiar no solamente a que se ayude al prójimo sino a que se ayude bien. Un mercado de la solidaridad podría dar alternativas de labores reales a las personas.

Aquí aprovecho el tema para hacer una aclaración. Caridad privada no es solamente ayudar a niños de escasos recursos. Realmente la mayor obra de caridad que se puede hacer por una persona es hacerla pensar. Precisamente con esto pretendo ayudar al Instituto Mises Hispano en su tarea de recaudo de fondos. Existen pocos Think Tank que no estén vinculados a las directrices del estado y con sus enredos investigativos o vinculados a universidades -que siguen la burocracia de la acreditación- EL ALISPRUZ : COLCIENCIAS ¿PROMOTORA O TRABA?: CIENCIA A LA COLOMBIANA…. Al menos esto es así en Colombia, un país construido bajo el espíritu de la legislación positiva. La idea de un Think Tank libre y que promueva la libertad es una obra de caridad gigante. Además, más aún cuando sabemos que la libertad es prerequisito para la solidaridad.

ACTIVIDAD EMPRESARIAL, DIVISIÓN DEL TRABAJO Y SOLIDARIDAD

Un mercado tradicional en Santa Fe de Antioquia. Sea una pequeña empresa o una gigante, son ellos quienes generan la riqueza que podemos consumir.

Los seres humanos no somos una masa homogénea que tiene que “formarse”. Cada ser humano tiene talentos particulares, diferentes y complementarios. La existencia de alguien muy bueno haciendo vinos y otro muy bueno haciendo telas, en otras palabras, la división natural del trabajo es una riqueza enorme. Riqueza que puede beneficiar a muchos mediante el intercambio. Este principio de solidaridad es la génesis de la economía de mercado y del libre intercambio entre seres humanos. Yo te doy y tu me das, en esa medida ambos ganamos y mi solidaridad hacia los demás hace que los demás sean más solidarios conmigo. Aunque sin hablar de solidaridad, el principio de la cooperación mediante la división natural del trabajo es parte de la exposición de Mises en Human Action. El modelo de cooperación mediante la división del trabajo y el intercambio en el mercado es quizás la mejor alternativa por la que pueden optar las comunidades. La otra opción es la guerra, la dominación y la conquista que simplemente ¡no generan riqueza! No, la guerra, la dominación y la conquista generan ¡POBREZA!

Mises sostiene que la pobreza es la condición original, sin pobreza no habría acción humana porque no habría necesidades que resolver. Esas necesidades se resuelven con el trabajo pero más que nada con ese descubrimiento de aquello under my very nose para citar a Kissner de aquellos que son emprendedores. La actividad del empresario consiste en buscar formas de satisfacer las necesidades del consumidor con un mejor aprovechamiento de los recursos. El mejor uso de los factores de producción genera que más consumidores accedan a diversos beneficios mientras el empresario obtiene una ganancia. ¿No es esto ya de por sí una forma de solidaridad?

Sea la razón que sea la que mueva al empresario actuar, en una economía de mercado, solamente gana quien logre satisfacer a los consumidores. Esto ya de por sí es un incentivo a la solidaridad. Tal vez el motivo sea simplemente hacer dinero, cosa que es una maravilla, pero para lograrlo solamente podrá hacerlo el que ofrezca un bien o servicio que los consumidores estén dispuestos a pagar por él. Sin embargo, ¿qué pasa si imponemos gigantescas cargas a la actividad empresarial en forma de regulaciones e impuestos? Necesariamente, aunque no sabemos cuánto, se disminuirán aquellos dispuestos a arriesgarse para satisfacer a los consumidores. No podemos saber qué empresas se han dejado de crear por la excesiva regulación y los impuestos, pero si podemos saber que muchas se han quebrado por las regulaciones e impuestos.

Siguiendo con la idea de lo anterior, el estado ahora anda promoviendo el emprendimiento. Profesores que nunca han iniciado una empresa están dictando esa cátedra. Sin embargo, el emprendimiento que realiza el estado es intervencionista y exige una serie de requisitos para contar con sus beneficios. Ese es el caso de un empresario que conozco, inició una empresa de software con los requisitos del estado, empresa que luego se quebró porque entre esos requisitos tuvo que escoger una alternativa jurídica que le cobraba excesivos impuestos. ¿Hasta dónde llegó la “caridad” del estado? El estado no se debe meter en el emprendimiento porque puede incentivar empresas ineficientes o puede imponer figuras jurídicas riesgosas para alguien que inicia con un pequeño capital.

En todo caso, la propuesta de actividad empresarial, es una alternativa incluso para resolver problemas sociales. Aunque los intervencionistas creen que el discurso se aplica a ellos, no es la idea que tiene Yunus -el del Banco de los Pobres-. Aunque Yunus cree que el ánimo de lucro es algo malo, entiende cómo se resuelve la pobreza: “siempre que he querido resolver un problema social inicio una empresa”. Descubrir una necesidad y satisfacerla requiere: INICIATIVA PRIVADA. La propuesta de Yunus de Empresas Sociales es buena y si a alguien no le gusta el ánimo de lucro ¿Acaso un modelo libre le exige que lo tenga? Y si lo tiene ¿cuál es el problema? Mientras no crea que el dinero es riqueza como Keynes que imprimía billetes para regalárselos a los pobres aunque nadie les ofreciera nada para comprar todo está bien. Para que no me digan que estoy haciendo un “muñeco de paja” de Keynes, mientras no crea que la oferta monetaria influye en la demanda agregada motivando el consumo de recursos ociosos, todo está bien.

¿CARIDAD CON RECURSOS AJENOS? ¡MEJOR ACTÚE!

Muchas personas, por lo menos en Colombia y en Ecuador, creen que todo se soluciona vía estado. Bueno la ingenuidad es mayor todavía, creen que la ley es la que da las soluciones. Es famosa la ridícula frase de Francisco de Paula Santander que dice “las leyes os darán la libertad”. Para vergüenza ese es el lema del “Palacio de Justicia” de Colombia. Pero la ley no es mágica, no lo es capitán constitución, los súper héroes no existen… Lo peor es que la gente cree que si existen y que son los políticos [Pero nadie en su sano juicio lo reconocería]… Si nos duele la pobreza, no hablemos de pobreza: ¡generemos riqueza! Si queremos ayudar, ¡ayudemos! Es muy fácil hablar de caridad usando el dinero de otros tomado con coacción. Por el contrario, lo único que usted puede hacer para resolver una dificultad -como diría Mises- es su propia acción individual ¡la solución es la acción humana individual!

Regular, imponer, coaccionar no va a solucionar la pobreza, eso es pobreza en sí misma. Además, ¿qué sentido tiene seguirle dando potestades a los políticos corruptos de los cuales vivimos quejándonos? ¿No es incoherente pedirle más funciones al estado cuando nos quejamos de la corrupción? El caso es que la libertad es condición necesaria para la solidaridad de lo contrario viviremos en la pobreza de la tiranía…

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