Centro Mises (Mises Hispano)

Epílogo de Doug Casey para “Mercado para la libertad”

Las ideas son la fuerza que da forma a la historia y, lo que es más importante, forman a las personas que hacen que la historia suceda. Los principales transmisores de las ideas son los libros. Mercado Para La Libertad, de Morris y Linda Tannehill, ha dado forma a mi pensamiento y espero que algún día haga lo mismo con la historia.

En mis libros Crisis Investing y Strategic Investing, que tratan sobre la inversión y la economía, he dicho que la obra de los Tannehill es “uno de los dos libros más importantes que he leído jamás”. Tal vez debería aprovechar esta oportunidad para volver a expresar mis sentimientos: Mercado Para La Libertad es el segundo libro en importancia desde el punto de vista cronológico, pero el primero en cuanto a su significado.

Recuerdo muy bien la noche que leí el primer libro importante, la obra de Ayn Rand La Virtud Del Egoísmo. En aquella época tenía veintiún años y durante algunos años me había tomado muy en serio todo lo referente a las ideas y a la filosofía, pero había tenido ciertas dificultades para poner en orden mis conocimientos. Estaba de acuerdo con algunas ideas de los socialdemócratas y con otras de los conservadores, pero no me gustaba ninguna de las dos tendencias. Sólo la lectura de la primera página del pequeño libro de Rand me dejó atónito, y tuve que detenerme por un rato; para mí era evidente que alguien había pensado en todo esto antes, había reconocido los mismos problemas y los había desarrollado en forma lógica.

La Virtud Del Egoísmo me había proporcionado una base moral y filosófica y, por lo menos, me había ahorrado muchísimo tiempo, todo el que habría insumido en deducir las cosas por mí mismo. ¡Qué bueno es cuando uno no tiene que reinventar la rueda! El libro de los Tannehill me ayudó a erigir una elegante estructura sobre esa base y es ahí donde uno vive. Aunque los autores de este libro reconocen su deuda intelectual con Rand, en mi opinión han prestado al mercado intelectual un servicio aún mayor. La relación es análoga a las contribuciones de Einstein y de Newton en el campo de la física.

A primera vista, Mercado Para La Libertad es una obra que trata sobre política, aunque en realidad es mucho más que eso. Para tener una perspectiva política es necesario tener una perspectiva sobre la economía, la filosofía y sobre la naturaleza humana. Por eso, precisamente, no vale la pena leer el 99,99% de todos los libros que versan sobre política; no son mucho más que una regurgitación de las opiniones a medio digerir del autor. También por eso este libro es tan sólido en sus razonamientos y sus implicancias resultan tan impresionantes. Hace por la política lo que las obras de Rand hicieron por la filosofía y las de Mises por la economía y aún va más allá.

Todos los autores que escribieron sobre política en el pasado (con pocas y variadas excepciones, tales como Bakunin, Kropotkin, Berkman, Goldman, Spooner y Mencken, y más recientemente Murray Rothbard, Harry Browne, John Pugsley y Karl Hess) han tratado al gobierno como una institución noble y ennoblecedora, si bien algo defectuosa, que había que nutrir y apreciar. Para Morris y Linda Tannehill el gobierno per se es el problema. Demuestran que lo que hay que eliminar es la institución misma, no algunos hombres inadecuados que a veces detentan el poder o algunas leyes perjudiciales que alteran su rumbo. En Mercado Para La Libertad explican que el gobierno no es, como muchos creen, lo que impide que los seres humanos retornen a la jungla, como piensa la mayoría, sino lo que impide su avance hacia las estrellas.

En la medida en que lo recuerdo, en el libro nunca se usa la palabra “anarquía”. Supongo que los autores prefirieron no emplearla por la misma razón por la que no lo hizo otro gran pensador, Robert Le Fevre: asusta a la gente. Por lo común se considera a los anarquistas como personajes violentos e inestables, envueltos en capas negras, acechando y portando pequeñas bombas redondas con mechas humeantes. La palabra conlleva un gran bagaje emocional y cuando aparece desencadena profundos temores atávicos. Paradójicamente, la anarquía es quizás el más amable de los sistemas sociales; es la manifestación política de la antigua filosofía taoísta china, en la que todo fluye en forma irrestricta a su propio ritmo, hasta alcanzar su propio nivel. La “anarquía” se ve como equivalente del “caos” y el “peligro”, mientras que el “gobierno” equivale al “orden” y la “paz”; lo cierto es exactamente lo opuesto.

Alguien ha dicho que no es tanto lo que la gente sabe acerca de lo que crea problemas, sino lo que cree saber que no crea problemas. Y esto es precisamente lo que ocurre con las palabras en el mundo intrínsecamente orwelliano de la política.

Anarquía significa meramente la ausencia de gobierno. Mao Tsé-tung, una de las principales figuras sobre este tema a nivel mundial, una vez dijo “el gobierno proviene del cañón de un fusil”. No es un mal comienzo para captar la esencia del mensaje que este libro se propone trasmitir.

Tal vez yo no debería haber usado la palabra en esta introducción; es posible que al usarla haya hecho que se levantaran las defensas implantadas por el sistema y, de este modo, haya frustrado el propósito de los Tannehill. Pero las ideas hablan por sí mismas y la semántica sirve más para aclarar que para oscurecer su significado.

Si a usted le interesan las ideas o, en verdad, la vida misma, este libro tiene el potencial de hacer algo más que conmocionarlo. Tiene el poder de cambiar su visión del mundo, sus ideas y, por ende, quizás el mundo mismo. Creo que Mercado Para La Libertad hará precisamente eso.


El presente es un epílogo escrito por Doug Casey para el libro Mercado para la libertad, de  Morris y Linda Tannehill y traducido por Jorge Trucco. El libro puede aquirirlo aquí.

Salir de la versión móvil