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El genio de Carl Menger

[Prólogo a Principios de Economía de Carl Menger (1934)][1]

La historia de la economía está llena de historias de precursores olvidados, hombres cuyos trabajos no tuvieron efecto y que fueron solo redescubiertos después de que sus ideas principales fueran hechas populares por otros, de remarcables coincidencias o descubrimientos simultáneos, y del destino peculiar de libros individuales. Pero debe haber pocos casos, en economía o en cualquier otra rama del conocimiento, donde los trabajos de un autor que revolucionó el cuerpo de una ciencia ya bien desarrollada y que ha sido generalmente reconocido,  hayan permanecido tan poco conocidos como el de Carl Menger. Es difícil pensar en un caso paralelo en el que una obra como la Grundsätze haya ejercido una influencia persistente y duradera, pero que aún así, como resultado de circunstancias puramente accidentales, su circulación se haya restringido al extremo.

No cabe duda entre los historiadores competentes de que si, durante los últimos sesenta años, la Escuela Austriaca ha ocupado una posición casi única en el desarrollo de la ciencia económica, esto se debe enteramente a los fundamentos dejados por este solo hombre.  La reputación de la Escuela en el mundo exterior y el desarrollo de su sistema hasta cotas importantes se debieron a los esfuerzos de sus brillantes seguidores, Eugen von Böhm-Bawerk y Friedrich von Wieser. Pero no va en detrimento de los méritos de éstos escritores decir que sus ideas fundamentales pertenecen entera y totalmente a Carl Menger. Si no hubiera encontrado estos principios, hubiera permanecido comparativamente desconocido, inclusive habría podido compartir el destino de muchos hombres brillantes que lo anticiparon y que fueron olvidados, y casi seguramente habría permanecido por largo tiempo, poco conocido fuera de los países de idioma alemán. Pero lo que es común a los miembros de la Escuela Austriaca, lo que constituye su peculiaridad y les proporcionó los fundamentos para sus contribuciones posteriores, es su aceptación de las enseñanzas de Carl Menger.

El descubrimiento independiente y prácticamente simultáneo de los principios de la utilidad marginal por William Stanley Jevons, Carl Menger, y Léon Walras es bien conocido como para requerir volver a contarse.  El año 1871, en el cual aparecieron  tanto la Teoría de Economía Política de Jevons como la Grundsätzeappearedde Menger, se ve ahora generalmente y con justicia, como el inicio del período moderno de desarrollo de la economía. Jevons había esbozado sus ideas fundamentales nueve años antes en un discurso (publicado en 1866) que, sin embargo, atrajo poca atención, y Walras comenzó a publicar su contribución solamente en 1874, pero es muy cierta la completa independencia de los trabajos de los tres fundadores. Y de hecho, a pesar de sus posiciones centrales, el punto en sus sistemas al cual ellos y sus contemporáneos atribuyeron naturalmente la mayor importancia, es el mismo, sus trabajos están tan claramente diferenciados en carácter general y de fondo que el problema más interesante es realmente cómo rutas tan diferentes pudieron llevar a resultados tan similares.

Para comprender el trasfondo intelectual del trabajo de Carl Menger, se requieren unas cuantas palabras sobre la posición general de la economía en ese tiempo. Aunque el cuarto de siglo en torno a 1848, la fecha de los Principios de J.S. Mill, y el surgimiento de la nueva escuela, vio en muchas maneras los más grandes triunfos de la economía política clásica en los campos aplicados, sus fundamentos, particularmente su teoría del valor, se iban desacreditando cada vez más. Tal vez la exposición sistemática en los mismos Principios de J.S. Mill, a pesar o por su complaciente satisfacción acerca del estado perfeccionado de la teoría del valor, junto con sus últimas retractaciones en otros puntos esenciales de la doctrina, no hizo sino mostrar las deficiencias del sistema clásico. En cualquier caso, se multiplicaron en muchos países los ataques críticos e intentos de reconstrucción.

En ninguna parte, sin embargo, el declive de la escuela clásica de economistas, fue más rápido y completo que en Alemania. Bajo los embates de la Escuela Histórica, no solo se abandonaron completamente las doctrinas clásicas –nunca echaron raíces firmes en esa parte del mundo—sino que cualquier intento de análisis teórico llegó a ser considerado con profunda desconfianza. Esto se debió en parte a consideraciones metodológicas. Pero más aún, se debió a una intensa antipatía por las conclusiones prácticas de la Escuela Clásica Inglesa–que se interponía en el camino entusiasta de reforma del nuevo grupo que se enorgullecía de sí mismo con el nombre de “escuela ética”. En Inglaterra el progreso de la teoría económica solo se estancó. En Alemania creció una segunda generación de economistas históricos, la cual no solo nunca alcanzó a ser realmente reconocida con el bien desarrollado sistema de teoría que existía, pero también aprendió a considerar las especulaciones teóricas de cualquier tipo como inútiles y positivamente perjudiciales.

Las doctrinas de la escuela clásica estaban probablemente demasiado desacreditadas como para proveer una posible base de reconstrucción para quienes estaban todavía interesados en problemas teóricos. Pero había elementos en los escritos de los economistas alemanes de la primera mitad del siglo que contenían las semillas para un posible nuevo desarrollo.[2] Una de las razones por cuales las doctrinas clásicas nunca se establecieron firmemente en Alemania era que los economistas alemanes habían sido siempre conscientes de ciertas contradicciones inherentes en cualquier teoría de valor coste o trabajo. Debido, tal vez, en parte a la influencia de Condillac y otros autores franceses e italianos del siglo XVIII, se había mantenido viva una tradición que rehusaba separar enteramente valor de utilidad. Desde los primeros años del siglo hasta los 50 y 60 una sucesión de escritores, de los cuales Hermann fue probablemente la figura más influyente y destacada (permaneciendo desconocido el éxito total de Gossen), intentaron combinar las ideas de utilidad y escasez dentro de una explicación de valor, acercándose a menudo a la solución provista por Menger. Es a estas especulaciones, que a las mentes más prácticas de los economistas contemporáneos ingleses deben haber parecido incursiones inútiles dentro de la filosofía, a las que debe más Menger. Un vistazo a través de las extensas notas de página de su Grundsätze o el índice de autores agregado a la presente edición, mostrarán el extraordinariamente amplio conocimiento que poseía de estos autores germanos y también de los escritores franceses e italianos, y el pequeño papel que los escritores de la escuela clásica inglesa desempeñan  en comparación.

Pero mientras Menger probablemente sobrepasó a todos sus compañeros fundadores de la doctrina de la utilidad marginal en el ancho conocimiento de la literatura–y solamente de un apasionado coleccionista de libros inspirado por el ejemplo del enciclopédico Roscher podía uno esperar un similar conocimiento en la temprana era en la que se escribió la Grundsätze— existen curiosas brechas en la lista de autores a los cuales se refiere que están lejos de explicar la diferencia de su enfoque con el de Jevons y Walras.[3] Particularmente significativa es su aparente ignorancia, en el tiempo en que escribió la Grundsätze, del trabajo de Cournot, del cual todos los otros fundadores de la economía moderna, Walras, Marshall, y muy posiblemente Jevons,[4] parecen haberse beneficiado directa o indirectamente. Aún más sorprendente, sin embargo, es el hecho de que en ese tiempo, Menger no parece haber conocido el trabajo de Von Thünen, el con el cual uno podría esperar que se encontrara especialmente de acuerdo. Aunque puede decirse, sin embargo, que trabajó en una atmósfera distintivamente favorable para un análisis en las líneas de utilidad, no tuvo nada tan definido sobre lo cual construir una teoría moderna de precios como lo tuvieron sus compañeros en la misma área, todos los cuales cayueron bajo la influencia de Cournot, a lo que debe agregarse, en el caso de Walras, la influencia de Dupuit[5] y, en el caso de Marshall, la de von Thünen.

Es una interesante especulación pensar cuál hubiese sido la evolución del desarrollo del pensamiento de Menger si hubiera tenido conocimiento de estos fundadores del análisis matemático. Es un hecho curioso que, hasta donde tengo conocimiento, no haya comentado en ningún lado acerca del valor de las matemáticas como herramienta de análisis económico. No hay razón para suponer que le faltara la capacidad técnica o la inclinación. Al contrario, su interés en las ciencias naturales va más allá de toda duda, y una fuerte tendencia en favor de sus métodos es evidente a lo largo de su trabajo. Y el hecho de que sus hermanos, en particular Anton, sean conocidos por haberse interesado intensamente en las matemáticas, y de que su hijo Karl se convirtiera en un notable matemático, podría ser tomado probablemente como evidencia de un definitivo esfuerzo matemático en la familia. Pero a pesar de que conoció después no solamente el trabajo de Jevons y Walras, sino también el de sus compatriotas Auspitz y Lieben, ni siquiera se refirió al método matemático en ninguno de sus escritos en metodología.[6] ¿Debemos concluir que se sentía más bien escéptico sobre su utilidad?

Entre las influencias a las cuales Menger debe haber estado sujeto durante el período formativo de su pensamiento, hay una completa ausencia de influencia de economistas austriacos, por la simple razón de que, en la primera parte del siglo XIX, en Austria prácticamente no había economistas nativos. En las universidades donde estudió Menger, la economía política se enseñaba como una parte del currículum de derecho, principalmente por economistas importados de Alemania. Y aunque Menger, como todos los economistas austriacos posteriores, se doctoró en derecho, no hay razón para pensar que fuera realmente estimulado por sus profesores en economía. Esto, sin embargo, nos lleva a su historia personal.

Nacido el 28 de febrero de 1840, en Neu-Sandec, Galicia, el territorio de la actual Polonia, hijo de un abogado, provenía de una vieja familia de artesanos, músicos, funcionarios civiles y oficiales del ejército austriacos, quienes, una generación antes, se habían mudado de los territorios germanos de Bohemia a las provincias del este. El padre de su madre,[7] un comerciante de Bohemia que había hecho fortuna durante las guerras napoleónicas, compró una gran extensión de tierra en Galicia Occidental en donde Carl Menger pasó gran parte de su niñez y antes de 1848 vio todavía las condiciones de semi-servidumbre de los campesinos, los cuales, en ésta parte de Austria, habían permanecido más tiempo que en cualquier parte de Europa fuera de Rusia. Con sus dos hermanos, Anton, luego muy conocido como escritor sobre derecho y socialismo, autor deEl derecho a todo el producto del trabajo, y colega de Carl en la facultad de derecho de la Universidad de Viena, y Max, en sus día un muy conocido parlamentario austriaco y escritor sobre problemas sociales, asistió a las universidades de Viena (1859-60) y Praga (1860-63). Luego de adquirir su doctorado en la Universidad de Cracovia, se dedicó primero al periodismo, escribiendo para diarios en Lemberg y luego en Viena, sobre cuestiones económicas. Después de unos años ingresó al Servicio Civil en el departamento de prensa del “Ministerratspräsidium” austriaco, una oficina que siempre ha retenido una posición muy especial en el Servicio Civil austriaco y que atrajo a muchos hombres de gran talento.

Wieser informa de que Menger le dijo una vez que una de sus tareas era escribir encuestas del estado de los mercados para un periódico oficial, el Wiener Zeitung, y que estudiando los informes del mercado fue golpeado por el enorme contraste entre las teorías tradicionales de precio y los hechos que el experimentado hombre práctico consideraba como decisivos para la determinación de precios. No sabemos si fue realmente ésta la causa original que llevó a Menger a estudiar la determinación de precios o si, lo que parece más probable, le dio una dirección definida para estudios que había seguido desde que dejó la universidad. Hay indicios, sin embargo, de que durante los años entre la fecha en que terminó la universidad y la publicación de la Grundsätze, debió haber trabajado intensamente en estos problemas, atrasando la publicación hasta que su sistema estuviera completamente trabajado en su mente.[8]

Se dice que una vez remarcó que escribió la Grundsätze en un estado de excitación mórbida. Esto no significa que su libro haya sido el producto de una repentina inspiración, planificada y escrita con gran prisa. Pocos libros pueden haber sido planificados más cuidadosamente; raramente la primera exposición de una idea ha sido más cuidadosamente desarrollada y seguida en todas sus ramificaciones. El pequeño volumen que apareció a principios de 1871 tenía la intención de ser ante todo una parte introductoria de un tratado comprensible. Trataba cuestiones fundamentales en las cuales no estaba de acuerdo con la opinión aceptada, con la necesidad exhaustiva de satisfacer al autor en que estaba construyendo sobre terreno absolutamente firme. Los problemas tratados en ésta “Primera, Parte General”, como se describe en la página del título, eran las condiciones generales que llevaban a la actividad económica, el valor de cambio, precio y dinero. De las notas manuscritas comunicadas por su hijo 50 años después, en la introducción a la segunda edición, conocemos que la segunda parte trataba de “los intereses, sueldos, renta, ingresos, crédito y papel moneda”, una tercera parte “aplicaba” la teoría de la producción y el comercio, mientras que una cuarta parte iba a explicar  la crítica al sistema económico presente y propuestas para una reforma económica.

Su principal objetivo, como dice en su prólogo, era una teoría de precios uniforme que explicara todo el fenómeno de precios y en particular también intereses, sueldos y renta en una sola idea principal. Pero más de la mitad del volumen está dedicado a problemas que solo preparaban el camino para la tarea principal–al concepto que dio a la nueva escuela su carácter especial, es decir, el valor en su sentido personal subjetivo. Y aún esto no se alcanza antes de un examen de los principales conceptos con los que tenía que trabajar el análisis económico.

Es aquí notable la influencia de los primeros escritores alemanes con su predilección por las algo pedantes clasificaciones y largas definiciones de conceptos. Pero en las manos de Menger los “conceptos fundamentales” acuñados con el tiempo en  los libros de texto alemanes asumen una nueva vida. En lugar de unas secas enumeraciones y definiciones, se convertían en poderoso instrumento de un análisis en el que cada paso parece resultar inevitablemente necesario a partir del precedente. Y aunque la exposición de Menger aún carece bastante de las más impresionantes frases y elegantes formulaciones de los escritos de Böhm-Bawerk and Wieser, es difícilmente inferior en substancia y en muchos aspectos definitivamente superior a los trabajos de estos últimos.

No es el propósito de la presente introducción dar un esquema relacionado de la exposición de Menger. Pero hay ciertos aspectos menos conocidos en este tratado, algunos sorprendentes, que merecen una mención especial. La cuidadosa investigación inicial de la relación causal entre las necesidades humanas y los medios para su satisfacción, los cuales en las primeras páginas lo llevan a la ahora conocida distinción entre bienes de primer, segundo, tercero y superiores órdenes, y los ahora igualmente familiares conceptos de complementariedad entre diferentes bienes, es típico de la particular atención que, a pesar de la impresión generalizada que dice lo contrario, la Escuela Austriaca ha siempre dado a la estructura técnica de la producción– una atención que encuentra su claridad sistemática en el elaborado “vorwerttheoretischer Teil” que precede la explicación de la teoría del valor en el último trabajo de Wieser, La Teoría de la Economía Social, 1914.

Aún más remarcable es el importante rol que el elemento tiempo jugó desde el inicio. Hay una impresión muy general de que las primeras representaciones de la economía moderna se inclinaban a negar este factor. En lo que concierne a los creadores de la exposición matemática de la teoría moderna de equilibrio, esta impresión está probablemente justificada. Pero no para Menger. Para él, la actividad económica esencialmente se planifica para el futuro, y su explicación del período, o de diferentes períodos, a los que se extiende la previsión humana en cuanto a las diferentes necesidades, definitivamente tiene un halo moderno.

Es difícil de creer hoy que Menger fuera el primero en basar la distinción entre bienes libres y económicos sobre la idea de escasez. Pero, como él mismo decía, aunque el mero concepto no era conocido en la literatura inglesa, los autores alemanes que lo habían usado antes que él, y particularmente Hermann, habían tratado todos de basar la distinción en la presencia o ausencia de costo en el sentido del esfuerzo. Pero, muy característicamente, mientras todo el análisis de Menger se basa en la idea de la escasez, este sencillo término no se utiliza en ninguna parte. “Cantidad Insuficiente” o “das ökonomische Mengenverhältnis” es la muy exacta, pero de alguna manera incómoda expresión, que utiliza en su lugar.

Es característico en su trabajo en conjunto que atribuya más importancia a una cuidadosa descripción de un fenómeno, que a darle un nombre corto y apropiado. Esto frecuentemente impide que su exposición sea tan eficaz como se hubiera deseado. Pero también lo protege contra cierta unilateralidad y contra una tendencia hacia la sobresimplificación a la cual nos lleva fácilmente una breve fórmula. El ejemplo clásico de esto es, por supuesto, el hecho de que Menger no ni (ni hasta como sé haya usado) el término utilidad marginal introducido por Wieser, pero siempre explicó el valor mediante la algo torpe pero precisa frase: “la importancia que reciben de nosotros bienes concretos o cantidades de bienes, por el hecho de que somos conscientes de ser dependientes de nuestra disposición sobre ellos para la satisfacción de nuestras necesidades,” y describe la magnitud de este valor como igual a la importancia asignada a la satisfacción menos importante que se aseguradpor una sola unidad de la cantidad disponible del producto.

Otra, tal vez menos importante pero no insignificante, instancia de la negativa de Menger de condensar explicaciones en una única fórmula, se produce inclusive antes con la discusión de la decreciente intensidad de las necesidades individuales con una satisfacción creciente. Éste hecho filosófico, el cual después bajo el nombre de “la ley de satisfacción de necesidades de Gossen” iba a asumir una algo desproporcionada posición en la exposición de la teoría del valor, y fue inclusive aclamado por Wieser como el principal descubrimiento de Menger, toma en el sistema de Menger una posición menor más apropiada como uno de los factores que nos permiten de organizar las diferentes sensaciones individuales de necesidad en orden de su importancia.

En otro punto más importante e interesante en conexión con la teoría pura de valor subjetivo, las observaciones de Menger son remarcablemente modernas. Aunque en ocasiones habla de valor como medible, su exposición deja claro que con esto no quiere decir más que que el valor de cualquier producto puede expresarse nombrando otro producto de igual valor. De las cifras que utiliza para representar las escalas de utilidad, dice expresamente que no tienen la intención de representar lo absoluto, sino solo la importancia relativa de las necesidades, y los ejemplos que da cuando los presenta por primera vez dejan claro que piensa en ellos como cifras ordinales y no cardinales.[9]

Junto al principio general que le permitió basar la explicación del valor en la utilidad, la más importante de las contribuciones de Menger es probablemente la aplicación de este principio al caso en el que se requiere más de un bien para garantizar la satisfacción de cualquier necesidad. Es aquí donde rinde sus frutos el esmerado análisis de la relación causal entre bienes y necesidades en los primeros capítulos y los conceptos de complementariedad y de los bienes de diferentes órdenes. Aún hoy, raramente se reconoce que Menger respondió al problema de la distribución de la utilidad de un producto final entre los varios productos cooperadores de una orden más alta (el problema de la imputación como fue llamado luego por Wieser) con una teoría más desarrollada de productividad marginal. Distingue claramente entre el caso donde las proporciones, en las cuales dos o más factores pueden usarse en la producción de un producto, son variables y el caso en el que son fijas. Responde al problema de la imputación en el primer caso, diciendo que tales cantidades de los diferentes factores que se pueden sustituir unos por otros para obtener la misma cantidad adicional del producto debe tener el mismo valor, mientras que en el caso de las proporciones fijas, señala que el valor de los diferentes factores se determina por su utilidad en usos alternativos.

En esta primera parte de su libro, dedicada a la teoría del valor subjetivo, y se compara bien con la exposición realizada más tarde por Wieser, Böhm-Bawerk y otros, en realidad solo hay un punto importante en el que la exposición de Menger deja una grave laguna. Una teoría de valor difícilmente puede ser calificada como completa y ciertamente nunca será tan convincente si no se explica explícitamente el rol que juega el coste de producción en la determinación del valor relativo de diferentes productos.

En un punto temprano de su exposición, Menger indica que ve el problema y promete una respuesta posterior. Pero su promesa nunca se cumplió. Se dejó a Wieser desarrollar lo que luego sería conocido como el principio de Costo de Oportunidad o “Ley de Wieser”, es decir, el principio de que las otras aplicaciones programadas para los factores limitarán la cantidad disponible para cualquier línea de producción, de tal manera que el valor del producto no será inferior a la suma de los valores que todos los factores utilizados en la producción obtienen en estos usos competitivos.

Se ha sugerido a veces que Menger y su escuela estaban tan complacidos con su descubrimiento de los principios que gobiernan el valor en la economía de un individuo, que estaban inclinados a aplicar los mismos principios en una manera rápida y sobresimplificada para explicar los precios. Podría haber alguna justificación para tales insinuaciones en lo que concierne a los trabajos de algunos de los seguidores de Menger, particularmente el joven Wieser. Pero no podría decirse lo mismo del propio trabajo de Menger. Su exposición se ajusta completamente a la norma posterior tan enfatizada por Böhm-Bawerk, de que cualquier explicación satisfactoria de precio tendría que consistir en dos etapas distintas y separadas, de las cuales la explicación del valor subjetivo es solo la primera. Solo provee la base para una explicación de las causas y límites de intercambios entre dos o más personas, la adaptación de Menger en la Grundsätze es ejemplar en éste sentido. El capítulo sobre intercambio que precede al de precios, hace muy clara la influencia de valor en el sentido subjetivo en las relaciones de intercambio objetivas sin postular un mayor grado de correspondencia que está efectivamente justificada por los supuestos.

El capítulo de precios en sí, con su cuidadosa investigación de cómo afectarán las valuaciones relativas de los participantes individuales en el intercambio a las tasas de intercambio en el caso de un intercambio aislado de dos individuos, bajo condiciones monopólicas y finalmente bajo condiciones de competencia, es la tercera y probablemente la menos conocida de las principales contribuciones de la Grundsätze. Aún así, solamente leyendo éste capítulo uno se da cuenta de la unidad esencial de su pensamiento, el claro objetivo que dirige su exposición desde el inicio hasta la coronación de este logro.

En los últimos capítulos, que se ocupan de los efectos de la producción para un mercado, el significado técnico del término “producto” (mercancía) a diferencia del simple “bien”, sus diferentes grados de posibilidad de venta llevándolo a la introducción y explicación del dinero, poco hay que decir sobre este punto. Las ideas contenidas aquí y las observaciones fragmentarias sobre capital contenidas en las primeras secciones son las únicas secciones del primer trabajo que se desarrollaron más en su trabajo impreso después. A pesar de que agrupan contribuciones de influencia duradera, se dieron a conocer principalmente en su exposición posterior y más elaborada.

El espacio considerable aquí dedicado a la discusión de los contenidos de la Grundsätze se justifica por el destacado carácter de este trabajo de entre las publicaciones de Menger y, de hecho, de entre todos los libros que han sentado los fundamentos de la economía moderna. Es tal vez apropiado citar en ésta relación el juicio del académico mejor calificado para evaluar los méritos relativos de las diferentes variantes de la escuela moderna, de Knut Wicksell, quien fue el primero, y hasta ahora el más exitoso, en combinar qué es lo mejor de las enseñanzas de los diferentes grupos. “Su fama”, dice, “se mantiene en este trabajo y a través de éste su nombre pasará a la posteridad, se puede decir con seguridad que desde los Principios de Ricardo no ha habido ningún libro–ni siquiera exceptuando el brillante libro de Jevons y su logro aforístico y el desafortunado y difícil trabajo de Walras–que haya ejercido una influencia tan grande en el desarrollo de la economía como laGrundsätze de Menger”.[10]

Pero la aceptación inmediata del libro difícilmente puede ser calificada de alentadora. Ninguno de los críticos de los periódicos alemanes parece haberse dado cuenta de la naturaleza de su principal contribución.[11] En casa Menger el intento de obtener, por la fuerza de su libro, una plaza de titular (Privatdozentur) en la Universidad de Viena se logró solamente tras ciertas dificultades. Difícilmente pudo haber sabido que, justo antes de que comenzara sus clases, acababan de dejar la Universidad dos jóvenes que inmediatamente reconocieron que su trabajo proveía el “punto de Arquímedes”, como Wieser lo llamaba, por el cual podían sacarse de sus bisagras los sistemas existentes de teoría económica. Böhm-Bawerk y Wieser, sus primeros y más entusiastas discípulos, nunca fueron sus alumnos directos, y sus intentos por popularizar las doctrinas de Menger en los seminarios de los líderes de la más vieja escuela histórica, Knies, Roscher, y Hildebrand, no fueron fructíferos.[12] Pero Menger poco a poco fue ganando una influencia considerable en su país. Rápidamente luego de su promoción al rango de profesor extraordinarius en 1873, renunció a su puesto en el despacho del primer ministro, para gran sorpresa de su jefe, el Príncipe Auersperg, quien encontró difícil de entender que alguien pudiera querer cambiar una posición con perspectivas para satisfacer las más grandes ambiciones, por una carrera académica.[13] Pero esto no significó el adiós final de Menger al mundo de los negocios, en 1876 fue nombrado uno de los tutores del mal logrado príncipe heredero Rodolfo, en aquel entonces de 18 años, y lo acompañó a través de una gran parte de Europa, incluyendo Inglaterra, Escocia, Irlanda, Francia y Alemania. A su retorno, fue nombrado en 1879 catedrático de economía política en Viena, y a partir de entonces se dedicó a la vida retirada y tranquila de la universidad que iba a ser tan característica de la segunda mitad de su larga vida.

Por esos tiempos las doctrinas de su primer libro — aparte de unos pocos comentarios breves sobre libros no había publicado nada en el período intermedio– estaban comenzando a atraer una mayor atención. Con razón o sin ella, con Jevons y Walras era la forma matemática más que la esencia de su enseñanza, lo que parecía ser su principal innovación, y lo que resultó ser el principal obstáculo para su aceptación. Pero no había obstáculos de éste tipo para el entendimiento de la exposición de Menger de la nueva teoría del valor. Durante la segunda década después de la publicación de su libro, su influencia comenzó a extenderse con mayor rapidez. Al mismo tiempo, Menger comenzó a adquirir gran reputación como profesor, y a atraer a sus clases y seminarios a un mayor número de alumnos, muchos de los cuales se convirtieron en economistas de considerable reputación. Además de aquellos ya mencionados, entre los primeros miembros de su escuela merecen especial mención sus contemporáneos Emil Sax y Johann von Komorzynski, y sus alumnos Robery Meyer, Robert Zuckerkandl, Gustav Gross y –en una fecha más tardía– H. von Schullern-Schrattenhofen, Richard Reisch y Richard Schüller.

Pero, mientras en casa se estaba formando una escuela definida, en Alemania, aún más que en otros países extranjeros, los economistas mantenían una actitud hostil. Era en estos momentos cuando la más joven Escuela Histórica, bajo el liderazgo de Schmoller, estaba ganando las mayores influencias en ése país. El “Volkswirtschaftliche Kongress”, que había preservado la tradición clásica, fue sucedido por el recientemente fundado “Verein für Sozialpolitik”. De hecho, la enseñanza de la teoría económica fue cada vez más excluida de las universidades alemanas. Así se desdeñaba el trabajo de Menger, no porque los economistas alemanes pensaran que estaba equivocado, sino porque consideraban que era inútil el tipo de análisis que intentaba.

Bajo éstas condiciones era simplemente natural que Menger considerara más importante el defender el método que él había adoptado contra las pretensiones de la Escuela Histórica de poseer el único instrumento adecuado de investigación, que continuar el trabajo de los Grundsätze. Es a esto a lo que se debe su segundo gran trabajo, el Untersuchungen über die Methode der Socialwissenschaften und der politischen Oekonomie insbesondere. Es bueno recordar que en 1875, cuando Menger comenzó a trabajar en ese libro, e incluso en 1883 cuando fue publicado, no había comenzado aún a madurar la rica cosecha de las obras de sus discípulos, que establecieron definitivamente la posición de la escuela y que bien podría haber pensado que sería un esfuerzo inútil continuar, mientras no se decidiera la cuestión de principio.

A su manera, las Untersuchungen no eran menos logradas que los Grundsätze. Como polémica contra las pretensiones de la Escuela Histórica de un derecho exclusivo para el tratamiento de los problemas económicos, el libro difícilmente puede superarse. El si los méritos de su exposición positiva de la naturaleza del análisis teórico pueden ser calificados como altos tal vez no sea muy seguro. Si fuera así, de hecho, su título principal hacia la fama podría tener algo en la idea escuchada de vez en cuando entre los admiradores de Menger de que era desafortunado que se distrajera de sus trabajos sobre los problemas concretos de la economía. Esto no quiere decir que lo que dijo sobre el carácter teórico o abstracto del método, no sea de importancia tan grande o que no tuviera una gran influencia. Probablemente hizo más que cualquier otro libro para dejar claro el carácter peculiar del método científico en las ciencias sociales, y tuvo un efecto muy considerable sobre los “metodologistas” profesionales entre los filósofos alemanes. Pero para mí, en todo caso, su principal interés para el economista de nuestros días parece descansar en la extraordinaria penetración en la naturaleza del fenómeno social , que de paso se revela en la explicación de problemas mencionados para ejemplificar diferentes métodos de enfoque, y en la luz proyectada por la explicación  sobre el desarrollo de los conceptos con los que tienen que trabajar las ciencias sociales. Discusiones sobre puntos de vista algo obsoletos, como el de la interpretación orgánica o tal vez mejor fisiológica de los fenómenos sociales, le dan una oportunidad para el esclarecimiento de los orígenes y caracteres de las instituciones sociales que podrían, leerse hoy con provecho por economistas y sociólogos.

De los argumentos centrales del libro sólo uno puede ser elegido para más comentarios; su énfasis en la necesidad de un método estrictamente individualista o, como dice generalmente, de un método atomístico de análisis. Se ha dicho de él, por uno de sus más distinguidos seguidores que “él mismo siempre ha sido un individualista en el sentido de los economistas clásicos. Sus sucesores dejaron de serlo.” Por muy dudosa que sea esta afirmación, es verdadera en más de uno o dos casos. En cualquier caso falla notablemente en darle a Menger todo el crédito por el método que en realidad empleaba. Lo que con los economistas clásicos habían permanecido en una especie de mezcla entre un postulado ético y una herramienta metodológica, fue desarrollado por él sistemáticamente en ésta última dirección. Y si el énfasis en el elemento subjetivo ha sido más completo y más convincente en los escritos de los miembros de la Escuela Austriaca que en lod de cualquier otro de los fundadores de la economía moderna, esto se debe largamente a la brillante vindicación de Menger en éste libro.

Menger no consiguió despertar a los economistas alemanes con su primer libro. Pero no podía quejarse de que ignoraran el segundo. El ataque directo a lo que era la única doctrina aprobada atrajo inmediatamente la atención y provocó, entre otras revisiones hostiles, una magistral reprimenda de Gustav Schmoller, cabeza de la escuela –un reproche formulado en un tono más ofensivo de lo habitual.[14]  Menger aceptó el reto y respondió con un apasionado panfleto, Irrthümer des Historismus in der deutschen Nationalökonomie, escrito en forma de cartas a un amigo, en las cuales demolía implacablemente la postura de Schmoller. El panfleto agregó poco en substancia a las Untersuchungen. Pero es el mejor ejemplo del extraordinario poder y la brillante expresión que Menger podía alcanzar cuando se dedicaba, no a construir un argumento académico y complicado, sino a defender los puntos de un debate directo.

El encuentro entre los maestros fue rápidamente imitado por sus discípulos. Se creó un grado de hostilidad raramente igualado en cualquier controversia científica,. La ofensa cumbre desde el punto de vista austriaco fue dada por Schmoller en persona quien, sobre la aparición del panfleto de Menger, tomó el paso probablemente sin precedentes de anunciar en su periódico que, si bien había recibido una copia del libro para revisión, no pudo revisarlo porque lo había devuelto inmediatamente a su autor, y reimprimiendo la insultante carta con la cual se había acompañado la copia devuelta.

Es necesario darse cuenta plenamente de la pasión que despertó ésta controversia, y lo que significó la ruptura de Menger y sus seguidores con la escuela dominante en Alemania, si queremos comprender por qué el problema de los métodos adecuados siguió siendo la preocupación dominante de la mayor parte de la vida posterior de Menger. Schmoller, de hecho, fue tan lejos como para declarar públicamente que los miembros de la escuela “abstracta” no eran aptos para ocupar una posición de docencia en una universidad de Alemania, y su influencia era suficiente para hacer lo equivalente con una completa exclusión de los puestos académicos en Alemania de todos los miembros de las doctrinas de Menger. Incluso treinta años después de finalizada la controversia, Alemania, más que cualquier otro país en el mundo, seguía estando menos influenciada por las nuevas ideas que hoy en día triunfan en todas partes.

A pesar de estos ataques, sin embargo, en los seis años que van desde 1884 hasta 1889 aparecieron en rápida sucesión los libros que finalmente establecieron la reputación mundial de la Escuela Austriaca. De hecho, Böhm-Bawerk  ya había publicado en 1881 un pequeño pero importante estudio Rechte und Verhältnisse vom Standpunkt der wirtschaftlichen Güterlehre, pero fue solo con las publicaciones simultáneas de la primera parte de su trabajo sobre el capital, Geschichte und Kritik der Kapitalzinstheorien, y de Über den Ursprung un die Hauptgesetze des wirtschaftlichen Wertes de Wieser en 1884, como se evidenció el surgimiento del poderoso apoyo a las doctrinas de Menger en este bando. De estos dos trabajos, el de Wieser era sin duda el más importante para un mayor desarrollo de las ideas fundamentales de Menger, puesto que contenía la aplicación esencial al fenómeno de costo, hoy conocido como la ley de costes de Wieser, al cual ya se ha hecho referencia. Pero dos años después apareció el Grundzüge einer Theorie des wirtschaftlichen Güterwertes[15] de Böhm-Bawerk el cual, aunque añade muy poco, excepto por el modo de elaboración casuística, a la obra de Menger y Wieser, por la gran lucidez y fuerza de su argumento probablemente ha hecho más que cualquier otra obra única por popularizar la doctrina de la utilidad marginal. En el año 1884 dos de los pupilos inmediatos de Menger, V. Mataja y G. Gross, publicaron sus interesantes libros sobre los beneficios, y E. Sax contribuyó con un pequeño pero agudo estudio sobre la cuestión del método en el cual apoyó a Menger en su actitud fundamental, pero lo criticó en algunos puntos de detalle.[16] En 1887, Sax hizo su mayor contribución al desarrollo de la Escuela Austriaca mediante la publicación de su Grundlegung der theoretischen Staatswirtschaft, el primero y más exhaustivo intento por aplicar el principio de utilidad marginal a los problemas de las finanzas públicas, y en el mismo año otro de los primeros alumnos de Menger, Robert Meyer, ingresó al campo con su investigación del problema, de alguna manera afín, de la naturaleza de la renta.[17]

Pero la cosecha más rica fue aquélla del año 1889. En este año se publicaron Positive Theorie des Kapitalzinses de Böhm-Bawerk, Natürlicher Wert de Wieser, Zur Theorie des Preises de Zuckerkandl, Wert in der isolierten Wirtschaft de Komorzynski, Neueste Fortschritte der nationalökonomischen Theorie de Sax, yUntersuchungen über Begriff un Wesen der Grundrente de H. von Schullern-Schrattenhofen.[18]

Quizás la más exitosa exposición temprana de las doctrinas de la Escuela Austriaca en un lenguaje extranjero fue Principii di Economia Pura, de M. Pantalconi, que apareció al principio del mismo año.[19]  De otros economistas italianos, L. Cossa, A. Graziani y G. Mazzola aceptaron todo o parte de las doctrinas de Menger. Similar éxito alcanzaron estas doctrinas en Holanda donde la aceptación por el gran economista holandés, N.G. Pierson, de la doctrina de la utilidad marginal en su libro de texto (1884-1889), publicado luego en inglés bajo el título de Principles of Economics, tuvieron también una influencia considerable. En Francia Ch. Gide, E. Villey, Ch. Secrétan y M. Block esparcieron la nueva doctrina, y en Estados Unidos S.N. Patten y el profesor Richard Ely lo recibieron con gran simpatía. Inclusive la primera edición de los Principios de A. Marshall, que aparecieron en 1890, mostraron una influencia considerablemente mayor de Menger y su grupo de lo que los lectores de las ediciones anteriores de aquel gran trabajo hubieran sospechado. Y en los años posteriores Smart y el Dr. Bonar, quiénes ya habían mostrado anteriormente su adhesión a la escuela, popularizaron ampliamente el trabajo de la Escuela Austriaca en el mundo angloparlante.[20][20]  Pero, y esto nos devuelve a la posición especial del trabajo de Menger, ahora no tanto sus escritos como los de sus discípulos, eran los que ganaban popularidad continuamente. La principal razón para ello fue simplemente que el Grundsätze de Menger estuvo por algún tiempo sin imprimirse y era difícil de obtener, y que Menger se negaba a permitir una reimpresión o una traducción. Esperaba remplazarlo rápidamente por un “sistema de economía” más elaborado y no estuvo, en cualquier caso, dispuesto a tener el trabajo republicado sin una considerable revisión. Pero otras tareas requerían antes su atención, y durante años le llevaron a un continuo aplazamiento de éste plan.

La controversia directa entre Menger y Schmoller llegó a un brusco fin en 1884. Pero el Methodenstreit fue continuado por otros, y los problemas envueltos continuaron demandando toda su atención.  La siguiente ocasión que lo indujo a hacer a un pronunciamiento público en estas cuestiones fue la publicación, en 1885 y 1886, de una nueva edición del Handbuch der politischen Oekonomie de Schönberg, un trabajo colectivo en el cual un grupo de economistas alemanos, muchos de ellos convencidos partidarios de la Escuela Histórica, se habían reunido para producir una exposición sistemática de todo el campo de economía política. Menger revisó el trabajo para un periódico jurídico de Viena en un artículo que también publicó como un panfleto separado bajo el título de Zur Kritik der politischen Oekonomie (1887).[21]  Su segunda mitad está en buena parte dedicada a la discusión de la clasificación de las diferentes disciplinas comúnmente agrupadas bajo el nombre de economía política, un tema que, dos años después, trató exhaustivamente en otro artículo tituladoGrundzüge einer Klassifikation der Wirtschaftswissenschaften.[22]  En el año transcurrido, sin embargo, publicó una de sus dos contribuciones adicionales a la materia (a diferencia de la metodología) de la teoría económica, su importante estudio, Zur Theorie des Kapitals.[23]

Es casi seguro que debamos este artículo al hecho de que Menger no estaba muy de acuerdo con la definición del término capital que estaba implícita en la primera, parte histórica, de Capital e Interés de Böhm-Bawerk. Esta expluicación no es polémica. El libro de Böhm-Bawerk se menciona solamente para recomendarlo. Pero su principal objetivo es claramente el rehabilitar el concepto abstracto de capital como el valor en dinero de la propiedad dedicada a propósitos adquisitivos frente al concepto de Smith de “medios de producción producidos”. Su principal argumento de que la distinción del origen histórico de un producto es irrelevante desde un punto de vista económico, así como su énfasis en la necesidad de distinguir claramente entre la renta obtenida de instrumentos de producción ya existentes y el adecuado interés, se refieren a puntos que, aún hoy en día, no han recibido la atención que merece.

Fue casi al mismo tiempo, en 1889, cuando Menger fue casi persuadido por sus amigos para no posponer más la publicación de una nueva edición del Grundsätze. Pero a pesar de que en realidad escribió un nuevo prefacio a esa nueva edición (extractos que han sido impresos más de treinta años después por su hijo en la introducción de su actual segunda edición), la publicación fue nuevamente aplazada. Poco después apareció un nuevo conjunto de publicaciones, que absorbieron su principal atención y lo ocuparon por los siguientes dos años.

Hacia el final de los ochenta, el eterno problema de la moneda austriaca había asumido una forma en la cual parecía ser posible y al tiempo necesaria una drástica reforma final. En 1878 y 1879, la caída del precio de la plata trajo al depreciado papel  moneda de vuelta a su paridad con este metal y poco después hizo necesaria la descontinuación de la libre acuñación de la plata; desde entonces el papel moneda de Austria se apreciaba gradualmente en términos de plata y fluctuaba en términos de oro. La situación durante éste período (en muchos aspectos uno de los más interesantes en la historia monetaria) fue vista cada vez más como insatisfactoria, y aunque la posición financiera de Austria parecía, por primera vez durante un largo período, suficientemente fuerte como para asegurar un período de estabilidad, se esperaba en general que el gobierno tomara cartas en el asunto. Además, el tratado firmado con Hungría en 1887, en realidad, previó que debía designarse inmediatamente una comisión para discutir las medidas preparatorias necesarias para la reanudación de los posibles pagos en especie. Después de un considerable retraso, debido las dificultades políticas usuales entre las dos partes de la monarquía dual, la comisión, o más bien las comisiones, una para Austria y otra para Hungría, se designaron y reunieron en marzo de 1892, en Viena y Budapest respectivamente.

La discusión de la “Währungs-Enquete-Comission” austriaca, de la cual uno de los miembros más eminentes era Menger, es de considerable interés más allá de la situación histórica especial con la cual tenían que lidiar. Como la base de sus transacciones el Ministro Austriaco de Finanzas se había preparado con extraordinario cuidado en tres voluminosos memorándums, que contienen probablemente la más completa colección disponible de material documental para la historia monetaria del período precedente que hubiese aparecido en cualquier publicación.[24] Entre los miembros, aparte de Menger, había otros conocidos economistas, como Sax, Lieben y Mataja, y una serie de periodistas, banqueros e industriales, como Benedikt, Hertzka y Taussig, quienes tenían un conocimiento más que extraordinario de los problemas monetarios, mientras Böhm-Bawerk, entonces en el Ministerio de Finanzas, era uno de los representantes del Gobierno y vice-director. La tarea de la comisión no era preparar un informe, sino escuchar y discutir las opiniones de sus miembros en una serie de cuestiones puestas a consideración por el Gobierno.[25] Estas cuestiones concernían la base de la futura moneda, la retención, en el caso de la adopción del patrón oro, de la circulación de la plata y el papel existentes, de la tasa de cambio entre el actual florín papel y el oro y de la naturaleza de la nueva unidad a adoptar.

El dominio de Menger sobre el problema, no menos que su don de la claridad expositiva, le dieron inmediatamente una posición de liderazgo en la comisión y su declaración atrajo la mayor atención. Inclusive alcanzó lo que, para un economista, era quizás la distinción única de causar una caída temporal en las bolsas de valores. Su contribución consistió no tanto en su explicación de la cuestión general de la elección del patrón (aquí estaba de acuerdo con prácticamente todos los miembros de la comisión en que la adopción del patrón oro era el único camino práctico) sino en su cuidadosa explicación de los problemas prácticos de la exacta paridad a escoger y el momento en el tiempo a escoger para la transición. Es principalmente por su evaluación de estas dificultades prácticas conectadas con cualquier transición hacia un nuevo patrón de moneda y el estudio de las diferentes consideraciones que debían tenerse en consideración, por lo que su evidencia es justamente célebre. Tiene un interés extraordinario en la actualidad, donde problemas similares deben ser enfrentados por casi todos los países.[26]

Esta evidencia, la primera de una serie de contribuciones a los problemas monetarios, fue el producto final y maduro de varios años de concentración en estas cuestiones. Los resultados se publicaron en una rápida sucesión a lo largo del mismo año, un año durante el cual apareció un número mayor de publicaciones de la mano de Menger que en ningún otro período de su vida. Los resultados de sus investigaciones dentro de los problemas especiales de Austria aparecieron como dos panfletos separados. El primero, titulado Beiträge zur Währungsfrage in Oesterreich-Ungarn, y que trataba de la historia y las peculiaridades del problema de la moneda austriaca y la cuestión general del patrón a adoptar, es una reimpresión revisada de una serie de artículos que aparecieron antes ese mismo el año en el Jahrbücher de Conrad bajo un título diferente.[27] El segundo, llamado Der Übergang zur Goldwährung. El Untersuchungen über die Wertprobleme der österreichisch-ungarischen Valutareform (Viena, 1892), trata esencialmente los problemas técnicos ligados a la adopción del patrón oro, particularmente la elección de la paridad apropiada y los factores que podrían afectar el valor de la moneda una vez que se realizara la transición.

Pero el mismo año también vio la publicación de un tratamiento mucho más general de los problemas del dinero que no concernían directamente con la cuestión especial del momento, y que debe ser ubicado como la tercera y última de las principales contribuciones de Menger a la teoría económica. Ésta fue el artículo sobre dinero en el volumen iii de la primera edición de la Handwörterbuch der Staatswissenschaften que estaba en aquel entonces en proceso de publicación. Fue su preocupación por las extensivas investigaciones llevadas a cabo y ligadas con la preparación de esta elaborada exposición de la teoría general del dinero, investigaciones que debieron ocuparlo los dos o tres años precedentes, lo que llevó al comienzo de la discusión de los problemas especiales de Austria y que encontró a Menger singularmente preparado para ocuparse de ellos. Estuvo, por supuesto, siempre interesado en los problemas monetarios. El último capítulo del Grundsätze y partes del Untersuchungen über die Methode contienen importantes contribuciones, particularmente en la cuestión del origen del dinero. Debería también destacarse que, entre los numerosos artículos revisados que Menger utilizó para escribir para periódicos diarios, particularmente en sus primeros años, hay dos de 1873 que se ocupan en gran detalle de los Ensayos de J.E. Cairnes sobre los efectos de los descubrimientos de oro: en algunos aspectos, las posteriores opiniones de Menger están muy relacionadas con las de Cairnes.[28]  Pero mientras que las primeras contribuciones de Menger, particularmente la introducción de los conceptos de los diferentes grados de “posibilidad de venta” de los productos como la base para el entendimiento de las funciones del dinero, le habrían asegurado una honorable posición en la historia de las doctrinas monetarias, fue solo en esta última publicación donde hizo su principal contribución al problema central del valor del dinero. Hasta la llegada de la obra del Profesor Mises veinte años después, continuación directa del trabajo de Menger, este artículo permaneció como la principal contribución de la “Escuela Austriaca” a la teoría del dinero. Vale la pena entretanto detenerse un poco en la naturaleza de esta contribución, ya que es un asunto sobre el cual hay todavía muchos malentendidos. A menudo se piensa que la contribución austriaca consiste solo en un intento algo mecánico de aplicar el principio de utilidad marginal al problema del valor del dinero. Pero no es así. El principal logro austriaco en este campo es la aplicación consistente a la teoría del dinero del peculiar enfoque subjetivo o individualista que, de hecho, subyace en el análisis de la utilidad marginal, pero que tiene un significado mucho más amplio y universal. Tal logro surge directamente de Menger. Su exposición del significado de los diferentes conceptos de valor del dinero, las causas de los cambios y la posibilidad de una medición de este valor, como también su discusión de los factores determinantes de la demande del dinero, me parece que representan un avance más significativo hacia el tradicional tratamiento de la teoría de la cantidad en términos de agregados y promedios. Y aun donde, como en el caso de su familiar distinción entre el valor “interno” y el “externo” (innerer un äusserer Tauschwert) del dinero, los términos reales empleados son un tanto engañosos (la distinción, como parecería en los términos, no se refiere a las diferentes clases de valor sino a las diferentes fuerzas que afectan a los precios) el concepto subyacente del problema es extraordinariamente moderno.

Con las publicaciones del año 1892,[29]  la lista de los principales trabajos de Menger que aparecieron durante toda su vida llegó a un abrupto final. Durante las restantes tres décadas de su vida solamente publicó ocasionales pequeños artículos, una lista completa que puede encontrarse en la bibliografía de sus escritos al final del último volumen de la presente edición de sus obras escogidas. Durante unos pocos años, estas publicaciones se preocupaban aún principalmente por el dinero. De éstas, tendrían que mencionarse su conferencia sobre Das Goldagio und der heutige Stand der Valutareform (1893), su artículo sobre dinero y acuñación de moneda en Austria desde 1857 en el Oesterreichische Staatswörterbuch (1897) y particularmente la revisión a fondo de la edición de su artículo sobre el dinero en el volumen cuarto de la segunda edición delHandwörterbuch der Staatswissenschaften (1900),[30] Las posteriores tienen principalmente carácter de revisiones, notas biográficas o introducciones a obras publicadas por sus pupilos. Su último artículo publicado fue el obituario de su discípulo Böhm-Bawerk, que murió en 1914.

La razón de su aparente inactividad está clara. Menger quería ahora concentrarse enteramente a las principales tareas que se había impuesto a sí mismo: el largo trabajo sistemático en economía largamente pospuesto, y además de éste un tratado comprensivo sobre el carácter y métodos de las ciencias sociales en general. Dedicó la máxima energía a la terminación de éste trabajo, y a finales de los noventa esperaba con interés su publicación en un futuro próximo y partes considerables estaban ya listas en una forma definida. Pero su interés y el alcance del trabajo propuesto continuaron  extendiéndose en círculos cada vez más amplios. Encontró necesario ir más allá en el estudio de otras disciplinas. Filosofía, psicología y etnografía requirieron cada vez más parte de su tiempo, y la publicación del trabajo fue pospuesta una vez más. En 1903 llegó a renunciar a su cargo a la edad de 63 años para poder dedicarse por entero a su trabajo.[31] Pero nunca estuvo satisfecho y parece haber continuado trabajando en él en un mayor aislamiento en su vejez hasta que murió en 1921 a la avanzada edad de 81 años. Una inspección de su manuscrito ha mostrado que, en su momento, partes considerables del trabajo debieron estar listas para publicación. Pero incluso después de que sus poderes comenzaran a decaer, continuó revisando y editando los manuscritos en tal extensión que cualquier intento de reconstruirlo sería muy difícil, o inclusive imposible. Parte del material que se ocupaba del el contenido del Grundsätze y en parte destinado a una nueva edición de éste trabajo, se ha incorporado por su hijo en una segunda edición de esta obra, publicada en 1923.[32] Mucho más, sin embargo, permanece en la forma de voluminosos manuscritos fragmentados y desordenados, que solo el prolongado y paciente esfuerzo de un talentoso editor podrían hacer accesibles. En el presente, de todos modos, los resultados del trabajo de Menger en sus últimos años deben consiedrarse como perdidos.


Para quien difícilmente pueda decir que conoció a Carl Menger en persona, es un arriesgado proceder, el de agregar a este esbozo de su carrera científica, una apreciación de carácter y personalidad. Pero como generalmente se conoce poco de él en la generación actual de economistas, y puesto que no hay ningún retrato literario comprensible disponible,[33] no estaría fuera de lugar un intento de juntar las piezas de algunas de las impresiones dejadas por sus amigos y estudiantes, o preservadas por la tradición oral en Viena. Tales impresiones naturalmente se relacionan con la segunda mitad de su vida, al período en el que cesó de estar en contacto activo con el mundo de los negocios, y cuando se había retirado a la tranquila y retirada vida académica, dividida solo entre su enseñanza y su investigación.

La impresión dejada en un hombre joven, por una de esas raras ocasiones en las que la legendaria figura era accesible, está bien reproducida en el muy conocido grabado de F. Schmutzer. Es posible, en efecto, que una de las imágenes que uno tiene de Menger se deba a este magistral retrato. La masiva cabeza bien modelada, con la frente colosal y las fuertes pero claras línea allí delineadas no son fáciles de olvidar. Alto, con una gran cantidad de cabello y barba, en su vida Menger debió haber sido un hombre de apariencia extraordinariamente impresionante.

En los años después de su retiro se convirtió en tradición que los jóvenes economistas que ingresaban a una carrera académica, peregrinaran hasta su casa. Habrían sido cordialmente recibidos por Menger entre sus libros y desarrollado conversaciones sobre la vida que había conocido tan bien, y de la cual se retiró después de haberle dado todo lo que quería. De una manera objetiva conservó un gran interés en la economía y la vida universitaria hasta el final y cuando, en los últimos años, la visión deficiente había derrotado al infatigable lector, éste esperaba ser informado por el visitante sobre el trabajo que había realizado. En estos últimos años dio la impresión de un hombre que, después de una larga y activa vida, continuaba su actividad no como quien carga con cualquier deber o tarea auto-impuesta, sino como alguien con el placer intelectual de moverse en el elemento que había convertido en suyo. En sus últimos años, tal vez se ajustara de alguna manera a la concepción popular del académico que no tiene contacto con la vida real. Pero esto no se debió a cualquier limitación de su punto de vista. Fue el resultado de una elección deliberada a una edad madura y después de experiencias variadas y enriquecedoras.

A Menger no le faltó ni la oportunidad ni las señales externas de distinción para hacerle una figura influyente en la vida pública, si acaso le hubiera importado. En 1900 había sido nombrado miembro vitalicio de la cámara alta del Parlamento Austriaco. Pero no le importó lo suficiente como para tomar parte activa en las deliberaciones. Para él, el mundo era un tema de estudio más que de acción, y es por esta razón solamente que disfrutaba intensamente observándolo a corta distancia. En su trabajo escrito uno puede buscar en vano cualquier expresión sobre su opinión política. En realidad, tenía tendencia hacia el conservadurismo o liberalismo de la vieja usanza. No era que no tuviera simpatía por el movimiento de reforma social, pero el entusiasmo social nunca podría interferir con su frío razonamiento. En éste, como en otros aspectos, parece haber presentado un curioso contraste con su más apasionado hermano Anton.[34] Por lo tanto se le recuerda principalmente por las generaciones de estudiantes como uno de los más exitosos profesores de la Universidad, y que había tenido indirectamente una enorme influencia en la vida pública de Austria.[35] Todos los informes concuerdan con el elogio de la transparente lucidez de su exposición. El siguiente relato de su impresión dejada en un joven economista americano que asistió a las lecturas de Menger en el invierno de 1892-93 puede reproducirse aquí como representativa: “El Profesor Menger lleva sus cincuenta y tres años bastante bien. Durante las exposiciones, raramente utiliza sus notas, excepto cuando verifica una cita o una fecha. Sus ideas parecen venirle en el momento en que habla y se expresan en un lenguaje tan claro y simple, y enfatizadas con gestos tan apropiados, que es un placer seguirlo. Los estudiantes sienten que están siendo conducidos en lugar de manejados, y cuando se alcanza una conclusión ésta viene a su mente no como algo de la nada, sino como la obvia consecuencia de su propio proceso mental. Se dice que quienes asisten a las lecturas del Profesor Menger, normalmente no necesitan otra preparación para sus exámenes finales en economía política, y estoy dispuesto a creerlo. Raramente o nunca había escuchado un orador que poseyera el mismo talento de combinar claridad y simplicidad de exposición con la amplitud de perspectiva filosófica. Sus lecturas raramente ‘entran por un oído y salen por otro’ en sus peores estudiantes, y sin embargo contienen instrucciones para los más brillantes”.[36] Todos sus alumnos tienen una particular memoria viva del tratamiento comprensivo y profundo de las doctrinas económicas, y copias mimeografiadas de sus lecciones en finanzas públicas eran aún buscadas por los estudiantes, 20 años después de su retiro, para la preparación de exámenes.

Sus grandes dotes como profesor, sin embargo, se muestran mejor en su seminario, donde se reunía un selecto círculo de estudiantes avanzados y muchos hombres que habían obtenido tiempo atrás sus doctorados.  A veces, cuando se discutían cuestiones prácticas, el seminario se organizaba en líneas parlamentarias con oradores principales designados, a favor y en contra de una medida. Más frecuentemente, sin embargo, un trabajo cuidadosamente preparado por uno de los miembros era la base de largas discusiones. Menger dejaba a los estudiantes hacer la mayor parte de la conversación, pero se empeñaba infinitamente en asistir a la preparación de los trabajos. No solo había puesto su entera biblioteca a la disposición de los estudiantes, e incluso comprado para ellos libros que se necesitaban especialmente, sino también había hecho muchas veces el manuscrito con ellos, discutiendo no solo las principales cuestiones y la organización del trabajo, sino incluso “enseñándoles la locución y la técnica de respirar”.[37][37]

Era difícil para los nuevos, al principio, ponerse en contacto directo con Menger. Pero una vez reconocido el talento especial y recibido al estudiante dentro del selecto círculo del seminario, no escatimaba en ayudarlo con su trabajo. El contacto entre Menger y su seminario no se reducía a discusiones académicas. Invitaba frecuentemente al seminario a excursiones los domingos en el campo o preguntaba a los alumnos si querían acompañarlo en sus expediciones de pesca. Pescar, de hecho, era el único pasatiempo que se permitía. Incluso en este caso abordó el tema con el espíritu científico que puso en todo lo demás, tratando de dominar todos los detalles de su técnica y estar familiarizado con su literatura.

Hubiera sido difícil pensar en Menger como alguien que tuviera una verdadera pasión que no esté conectada con el propósito dominante de su vida, el estudio de la economía. Fuera del directo estudio de su tema, sin embargo, había una preocupación difícilmente menos absorbente, la colección y preservación de su biblioteca. En cuanto a la parte económica se refiere, ésta biblioteca debe ser clasificada como una de las tres o cuatro grandes bibliotecas jamás formadas por un coleccionista privado. Pero no comprendía de ninguna manera solo temas económicos, sino que también sus colecciones en etnografía y filosofía eran casi igualmente ricas. Después de su muerte la mayor parte de su biblioteca, incluyendo toda la parte económica y etnográfica, fueron a Japón y ahora se conserva como una parte separada de la librería de la escuela de economía en Tokyo. La parte del catálogo publicado que se ocupa sólo de la economía contiene más de 20.000 entradas.[38]

Menger no pudo llevar a cabo su ambición de sus últimos años, ni terminar el gran tratado que, esperaba, pudiera ser la gran coronación de su trabajo. Pero tuvo la satisfacción de ver la mayor parte de sus primeros trabajos produciendo los mejores frutos, y al final retuvo un intenso y nunca marcado entusiasmo del tema escogido de su estudio. El hombre que es capaz de decir, como se dice que dijo, que si tuviera siete hijos todos deberían estudiar economía, tiene que haber sido extraordinariamente feliz en su trabajo. Que tenía el don de inspirar un entusiasmo similar en sus pupilos se evidencia con la gran cantidad de distinguidos economistas que estaban orgullosos de llamarlo su maestro.


[1] Éste estudio biográfico fue escrito como un prólgo a la reimpresión del Grundsätze der Volkswirtschaftslehre de Menger, que constituye la primera de una serie de cuatro reimpresiones reagrupando las contribuciones principales  de Menger publicadas a la ciencia económica y fueron publicadas por la London School of Economics como los Números 17 a 20 de sus series de Series of Reprints of Scarce Works in Economics and Political Science.

[2] Lo mismo es en buena parte cierto en Francia. Aún en Inglaterra había una especia de tradición poco convencional, de la cual se puede decir lo mismo, pero estaba completamente ensombrecida por la escuela clásica dominante. Es, sin embargo, importante aquí, porque el trabajo de su representante más destacado, Longfield, tuvo sin duda por intermedio de Hearn alguna influencia en Jevons.

[3] Es difícilmente sorprendente que no haya conocido a su predecesor inmediato, H.H. Gossen, pero tampoco lo conocieron Jevons ni Walras cuando publicaron por primera vez sus ideas. El primer libro que hizo alguna justicia al trabajo de Gossen, Arbeiterfrage, de F.A. Lange (2ª ed.), apareció en 1870, cuando el Grundsätze de Menger probablemente estaba siendo impreso.

[4] El Dr. Hicks me dice que cree tener razones para creer que la exposición diagramática de Lardner de la teoría del monopolio, por la cual Jevons estaba principalmente influenciado de acuerdo a su propio testimonio, se deriva de Cournot. En éste punto, ver el artículo del Dr. Hicks sobre Léon Walras que aparecerá en una de los próximos números de Econometrica.

[5] Sin embargo Menger sí conoció el trabajo del padre de Léon Walras, A.A.Walras, al que cita en la p. 54 de su Grundsätze.

[6] La única excepción a esto, una reseña de R. Auspitz y R. Lieben, Untersuchungen über die Theorie des Preises, en una periódico diario (el Wiener Zeitung del 8 dejJulio de 1889), difícilmente puede ser calificada de excepción, puesto que dice expresamente que no desea comentar sobre el valor de la exposición matemática de doctrinas económicas. El tono general de la reseña así como su objeción al hecho de que el autor, en su opinión, “usa el método matemático no solo como medio de exposición sino como medio de investigación” confirma la impresión general de que no lo consideraba particularmente útil.

[7] Anton Menger, el padre de Carl, fue hijo de otro Anton Menger, que provenía de una vieja familia alemana que había emigrado en 1623 a Eger en Bohemia, y de Anna nacida Muller. Su esposa, Caroline, fue la hija de Josef Gerzabek, comerciante en Hohenmaut, y de Teresa, nacida Kalaus, cuyos ancestros se remontan en los registros de bautismo de Hohenmaut a los siglos XVII y XVIII respectivamente.

[8] Las primeras notas manuscritas sobre la teoría del valor que se conservan datan del año 1867.

[9] Otros aspectos más profundos del tratado de Menger sobre la teoría general del valor que pueden mencionarse son sus persistentes énfasis en la necesidad de clasificar los diferentes productos en campos económicos en lugar de campos técnicos, su anticipación característica de la doctrina Böhm-Bawerkiana de la subestimación de necesidades futuras y su cuidadoso análisis del proceso por el cual la acumulación del capital se convierte gradualmente cada vez más de factores originalmente libres a bienes escasos.

[10] Ekonomisk Tidskrift, 1921, p. 118

[11] Quizás deba hacerse una excepción con  la reseña de Hack en el Zeitschrift für die gesamte Staatswissenschaft, de 1872, que no solo enfatizó la excelencia del libro y lo novedoso del método de enfoque, sino también indicó a diferencia de Menger que la relación económicamente relevante entre productos y necesidades no era de causa y efecto sino de de medios y fines.

[12] Puede que no esté del todo fuera de lugar corregir una impresión incorrecta que puede haber sido creada por una afirmación de A. Marshall ‘s entre los años 1870 y 1874, cuando desarrolló los detalles de su posición teórica, “Böhm-Bawerk y Wieser eran todavía muchachos en la escuela o la universidad …”. (Memorials of Alfred Marshall, p. 417). Ambos dejaron la Universidad juntos e ingresaron como funcionarios en 1872, y en 1876 ya estaban en posición de exponer, en informes en los seminarios de Knies en Heidelberg, los principales elementos de sus posteriores contribuciones.

[13] Menger ya había rechazado para entonces ofertas de profesorado en Karlsruhe (1872), Basilea (1873) y poco después también rechazó una oferta en la Politécnica de Zurich con posibilidad  de profesorado simultáneo en la Universidad.

[14] “Zur Methodologie der Staats- und Sozialwissenschaften”, en Jahrbuch für Gesetzgebung, Verwaltung und Volkswirtschaft im deutschen Reich, 1883. En la reimpresión de éste artículo en el Zur Litteraturgeschichte der Staats- und Sozialwissenschaften de Schmoller, 1888, se suavizaron los más pasajes ofensivos.

[15] Originalmente, una serie de artículos en el Jahrbücher (de Conrad) ha sido recientemente reimpreso como el Nº 11 de Series of Reprints of Scarce Tracts in Economics and Political Science, publicada por la London School of Economics (1932).

[16] V. Mataja, Der Unternehmergewinn, Viena, 1884; G. Gross, Lehre vom Unternehmergewinn, Leipzig, 1884; E. Sax, Das Wesen und die Aufgaben der Nationalökonomie, Viena, 1884.

[17] Robert Meyer, Das Wesen des Einkommens, Berlín, 1887.

[18] En el mismo año otros dos economistas de Viena, R. Auspitz y R. Lieben, publicaron su Untersuchungen über die Theorie des Preises, aún uno de los más importantes trabajos de economía matemática.  Pero a pesar de que estaban fuertemente influenciados por el trabajo de Menger y su grupo, construyeron más bien sobre los fundamentos dejados por Cournot y Thünen, Gossen, Jevons y Walras que sobre el trabajo de sus compatriotas.

[19] Maffeo Pantaleoni, Principii di Economia Pura, Florencia, 1889 (2ª ed. 1894.  Una injusta observación en la edición italiana acusando a Menger de plagiar a Cournot, Gossen, Jennings y Jevons, fue eliminada en la edición en inglés y Pantaleoni hizo luego correcciones mediante la edición, con una introducción de su pluma, de una traducción italiana de los Grunsätze, cf. C. Menger, Principii fondamentali di economia pura, con prefazione di Maffeo Pantaleoni, Imola, 1909 (publicado primero como suplemento al Giornale degli Economisti en 1906 y 1907 sin el prefacio de Pantaleoni).  El prefacio está también reimpreso en la traducción italiana de la segunda edición del Grundsätze (mencionada posteriormente) que fue publicada en Bari, 1925.

[20] Cf. particularmente J. Bonar, “The Austrian Economists and their Views on Value”. Quarterly Journal of Economics, 1888, y “The Positive Theory of Capital”, ibíd, 1889.

[21] La revisión original del artículo aparecido en Zeitschrift für das Private und öffentliche Recht der Gegenwart(de Grünhut), vol. xiv, el panfleto separado, Viena, 1887.

[22] Ver Jahrbücher fur Nationalökonomie und Statistik (de Conrad), N.F., vol. xiv, Jena, 1889.

[23] En el mismo periódico, N.F., vol. xvii, Jena, 1888.  Una traducción abreviada al francés, de Ch. Secrétan aparecía en el mismo año en la Revue d’Economie Politique bajo el título de “Contribution a la théorie du capital”.

[24] Denkschrift über den Gang der Währungsfrage seit dem Jahre 1867. — Denkschrift über das Papiergeidwesen der österreichisch-ungarischen Monarchie. — Statistische Tabellen zur Währungsfrage der österreichisch-ungarischen Monarchie. Todos publicados por k.k. Finanzministerium, Viena, 1892.

[25] Cf. Stenographische Protokolle über die vom 8. bis 17. März 1892 abgehaltenen Sitzungen der nach Wien einberufenen Währungs-Enquete-Commission. Viena, k.k. Hof- und Staatsdruckerei, 1892. Poco antes de que Menger se uniera a la comisión, ya había señalado los principales problemas en una conferencia  pública, “Von unserer Valuta”, que apareció en el Allgemeine Juristen Zeitung, Nº 12 y 13 del volumen para 1892.

[26] Es desgraciadamente imposible, dentro del alcance de ésta introducción, dedicar a este importante episodio en la historia de la moneda el espacio suficiente que merece por su cercana conexión con Menger y su escuela y por el interés general de los problemas que se discutieron. Se necesitaría un estudio especial y es lamentable que no exista ningún relato de las discusiones y medidas de ese período. Además de las publicaciones oficiales antes mencionadas, los escritos de Menger ofrecen el material más importante para ese estudio.

[27] “Die Valutaregulierung in Oesterreich-Ungarn”,  Jahrbücher für Nationalökonomie und Statistik (de Conrad), III, F., vols. iii and iv, 1892.

[28] Estos artículos aparecieron en el Wiener Abendpost (un suplemento del Wiener Zeitung) del 30 de abril y el 19 de junio, 1873. Como es el caso de todos los primeros trabajos periodísticos de Menger, todos son anónimos.

[29] Además de los ya mencionados, aparecieron en el mismo año un artículo francés, “La Monnaie Mesure de la Valeur”, en la Revue d’Économie Politique (vol. vi) y un artículo en inglés, “On the Origin of Money”,  en elEconomic Journal (vol. ii).

[30] La reimpresión del mismo artículo en el vol. iv de la tercera edición de Handwörterbuch (1909) contiene solo pequeños cambios estilísticos comparada con la segunda edición.

[31] Por consiguiente, casi todos los representantes vivos de la “Escuela Austriaca”, como  los profesores H. Mayer, L. von Mises y J. Schumpeter, no fueron pupilos directos de Menger sino de Böhm-Bawerk o Wieser.

[32] Grundätze der Volkswirtschaftslehre von Carl Menger, Zweite Auflage mit einem Geleitwort von Richard Schüller aus dem Nachlass herausgegeben von Karl Menger, Viena, 1923.Hay una explicación completa de los cambios y adiciones hechas en ésta edición en F.X. Weiss, “Zur zweiten Auflage von Carl Mengers Grundsätzen”, Zeitschrift für Volkswirtschaft und Sozialpolitik, N.F., vol. iv, 1924.

[33] Deben mencionarse los bosquejos más cortos de F. von Wieser en el Neue österreichische Biographie, 1923  y de R. Zuckerkandl en el Zeitschrift für Volkswirtschaft, Sozialpolitik und Verwaltung, vol. xix, 1911.

[34] Los dos hermanos eran miembros regulares de un grupo que se reunía en los ochenta y noventa casi diariamente en una cafetería frente a la Universidad y que estaba compuesta original y principalmente por periodistas y hombres de negocios, aumentando luego con los pupilos y estudiantes de Carl Menger. Se pensaba que este círculo, al menos hasta su retiro de la universidad, mantenía contacto con él, y que ejercía alguna influencia en los negocios del momento.  El contraste entre los dos hermanos está bien descrito por uno de sus más distinguidos pupilos, R. Sieghart. (Cf. de este último, Die letzen Jahrzehnte einer Grossmacht, Berlín, 1932, p. 21): “Wahrlich ein seltsames und seltenes Brüderpaar die beiden Menger; Carl, Begründer der österreichischen Schule der Nationalökonomie, Entdecker des wirtschaftspsychologischen Gesetzes vom Grenznutzen, Lehrer des Kronprinzen Rudolf, in den Anfängen seiner Laufbahn auch Journalist, die grosse Welt kennend wenn auch fliehend, seine Wissenschaft revolutionierend, aber als Politiker eher konservativ; auf der anderen Seite Anton, weltfremd, seinem eigenen Fach, dem bürgerlichen Recht und Zivilprozess, bei glänzender Beherrschung der Materie immer mehr abgewandt, dafür zunehmend mit sozialen Problemen und ihrer Lösung durch den Staat befasst, glühend eingenommen von den Fragen des Sozialismus. Carl völlig klar, jederman verständlich, nach Ranke’s Art abgeklärt; Anton schwieriger zu verfolgen, aber sozialen Problemen in allen ihren Erscheinungsformen — im bürgerlichen Recht, in Wirtschaft und Staat — zugewandt. Ich habe von Carl Menger die nationalökonomische Methode gelernt, aber die Probleme, die ich mir stellte, kamen aus Anton Mengers Hand”.

[35] El número de hombres que en un tiempo u otro, pertenecieron al círculo más íntimo de los pupilos de Menger y que luego dejaron huella en la vida pública de Austria es extraordinariamente grande. Por mencionar solo unos pocos que también han contribuido de alguna manera la literatura técnica de la economía, pueden agregarse los nombres de K. Adler, St. Bauer, M. Dub, M. Ettinger, M. Garr, V. Graetz, I. von Gruber-Menninger, A. Krasny, G. Kunwald, J. Landesberger, W. Rosenberg, H. Schwarzwald, E. Schwiedland, R. Sieghart, E. Seidler and R. Thurnwald a aquéllos mencionados antes en el texto.

[36] H.R. Seager, “Economics at Berlin and Vienna”, Journal of Political Economy, vol. i, Marzo de 1893, reimpreso en Labor and other Essays, Nueva York, 1931.

[37] Cf. V. Graetz, “Carl Menger”, Neues Wiener Tagblatt, 27 de Febrero de 1921.

[38] Katalog der Carl Menger-Bibliothek in der Handelsuniverstät Tokio. Erster Teil.


Publicado el 30 de septiembre de 2011. Traducido del inglés por Miguel Castañeda-Castideas. El artículo original se encuentra aquí.

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