Centro Mises (Mises Hispano)

El gobierno como un pastor

“Por su felicidad tal gobierno de buena gana trabaja, pero escoge ser el único agente y el único árbitro de esa felicidad; les proporciona seguridad, prevé y suministra sus necesidades, les facilita sus placeres, gestiona sus preocupaciones principales, dirige la industria, regula el descenso de la propiedad, y subdivide las herencias: ¿qué le queda más que ahorrarles el trabajo de pensar y los problemas de la vida?… El poder supremo extiende su brazo sobre la comunidad entera. Cubre la superficie de la sociedad con una red de pequeñas y complicadas reglas, diminutas y uniformes, a través de las cuales las mentes más originales y los carácteres más energéticos no pueden penetrar, para elevarse por encima de la multitud. La voluntad del hombre no es aplastada, sino ablandada, doblada y guiada; los hombres son rara vez forzados por éste a actuar, pero ellos son constantemente impedidos de actuar. Tal poder no destruye, pero éste impide la existencia; no tiraniza, pero comprime, enerva, extingue, y embrutece a la gente hasta que cada nación es reducida a nada mejor que un rebaño de animales industriosos, de los cuales el gobierno es el pastor.”

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