El alto coste de planificar centralizadamente el clima global

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factoriesComo no soy una persona que siga el debate sobre el cambio climático o la ciencia climática en detalle, no participo en discusiones sobre lecturas de temperaturas o tendencia climáticas. Por otro lado, encuentro que es una idea muy mala dejar la ciencia de la economía y la economía política a los científicos del clima y sus amigos en política, que tienden a ser desgraciadamente deficiente en su conocimiento de cómo funciona la economía o cómo pueden conservarse, obtenerse o fabricarse bienes y servicios escasos.

Parece que para el lobby del calentamiento global, todo lo que hace falta para arreglarlo todo es entregar el control de la economía global a planificadores públicos centralizados. Para ellos, la maquinaria del gobierno solo necesita ponerse en marcha y todo se hará con la precisión adecuada para conservar el estatus quo climatológico aumentando el coste de la energía y recortando la actividad económica. Los costes de esa aventura, ya sea en dinero o en vidas humanas y confort humano, nunca tienen que considerarse, porque, se nos dice, la única alternativa es la destrucción total del planeta tierra.

El lema “¡Síguenos o muere!” es por supuesto el sueño de un propagandista, pero en la vida real, en la que prevalecen más mentes racionales (de vez en cuando), deben considerarse los costes de cualquier acción pública propuesta frente a los costes de las alternativas. Además, la carga de la prueba está sobre aquellos que desean usar el gobierno, ya que su plan implica usar la violencia del estado para llevar a término las órdenes que proponen.

Por seguir con el argumento, digamos que se está produciendo el cambio climático global y que el nivel del mar está subiendo. Esto todavía deja bastantes preguntas sin responder para los entusiastas del calentamiento global:

  1. ¿Cuál es el coste de vuestro plan para diversas poblaciones en términos de nivel de vida y de vidas humanas?
  2. ¿Es el coste de vuestro plan mayor o menor que el coste de otras soluciones, como la reubicación gradual de poblaciones de las zonas costeras?
  3. ¿Podéis demostrar que vuestro plan tiene una probabilidad muy alta de funcionar y, si no es así, por qué deberíamos implantarlo cuando podríamos gastar esos mismos recursos en otras soluciones más prácticas y necesidades más inmediatas como agua limpia, comida y necesidades básicas?

Demasiado a menudo, la respuesta a preguntas como estas son agrias disputas acerca de cómo debemos actuar ahora. Pero, por supuesto, esa postura es similar a la de una persona que, después de ver que se acerca el invierno, reclama que todos construyan inmediatamente el refugio invernal a la manera que él diga. “¿No veis que está haciendo más frío?”, dice. “Si no construimos el refugio a mi manera, todos nos congelaremos”. Cuando se le plantean preguntas sobre si su plan de refugio es o no realmente la mejor forma de proceder o si podría ser más eficiente en coste un tipo distinto de refugio o si otros podrían construir su propio refugio, declara irritado “a vosotros, negacionistas del invierno, no os importa morimos todos”.

Naturalmente, si el grupo continúa entonces con el plan de refugio de su beligerante compañero, puede descubrir al final que el refugio no evita el frío o no es sólido estructuralmente. En ese caso, el grupo está en realidad mucho peor porque gastó grandes cantidades de recursos valiosos que deberían haberse aplicado a otras cosas.

Los verdaderos costes de la regulación del clima global

He aquí un párrafo representativo de una publicación que afirma que desmiente el “mito” de que los controles económicos tendrían un impacto negativo en la economía:

A largo plazo, salvo que reduzcamos drásticamente el ritmo al que seguimos emitiendo gases de efecto invernadero, es muy probable que incurramos en enormes costes como consecuencia del cambio climático. Parte de estos costes serán en adaptación y la inevitable perturbación. Los costes aumentarán en parte debido a la confusión e incertidumbre en todo el mundo económico. También habrá costes que no pueden cuantificarse, particularmente cuando tratamos de valorar una vida humana y su pérdida.

¿Cuáles son esos “enormes costes”? ¿Cuántos de ellos vendrán de la “perturbación” y cuánto vendrán de la “adaptación”? Si miramos con más cuidado los planes propuestos, encontraremos intentos de estimar dichos costes se basan en modelos informáticos enormemente especulativos. No hay más que la suposición de que su curso de acción es superior al preferido por otros. Pero de nuevo la carga de la prueba recae sobre quienes desean usar la coacción pública contra otros.

Además, incluso la investigación ortodoxa reconoce que los recortes propuestos en las emisiones de carbono, como recortar “las emisiones de CO2 al 80% de los niveles de 1990” son puramente arbitrarios. De hecho, deben ser arbitrarios porque la gente que defiende esas medidas no tiene idea de en cuánto deberían recortarse las emisiones de carbono para alcanzar sus objetivos ni tampoco si cualquier nivel de recortes lograría sus objetivos.

Lo que sabemos, por otro lado, es que las energías de combustibles fósiles están detrás del enorme progreso producido en el mundo desarrollado. Hicieron posible mecanización, transporte y economías industriales. Es el auge de las fábricas y otras operaciones industriales el que ha impulsado a incontables millones de chinos (por dar un ejemplo) fuera de la monotonía del trabajo agrícola de baja productividad y a fábricas en las que pueden ganar más de diez veces más. Estos trabajadores envían de vuelta el dinero a los miembros mayores de la familia y hacen posible las enormes tasas de ahorro que están impulsando la economía china.

Este trabajo es más seguro, más productivo y proporciona acceso a más y mejor comida, mejor atención médica y mejor vivienda que el trabajo agrícola.

La energía de los combustibles fósiles es un factor clave en todo esto y proponer ahora que hay que quitarle ahora la alfombra a esta gente muestra una crueldad hacia la humanidad que resulta realmente inquietante.

Pero, podría decir el lobby del calentamiento global, “los efectos del calentamiento global les dañarán”. Tal vez. Y si es así, tienen que demostrarnos que los costes del calentamiento global serán mayores que los costes de hacer a esa gente menos productiva, más pobre y posiblemente indigente.

Menos energía significa menos agua limpia

Un segundo factor importante aquí en la necesidad de energía es el agua potable. La sequía de California nos ha recordado que el agua potable es un recurso escaso, incluso si al gobierno le gusta tratarla como si no lo fuera. Pero incluso a medida que poblaciones más grandes reclaman agua potable, esta puede producirse mediante el uso de energía mediante desalinización y acueductos basados en inyección.

Hoy la mayoría de esos proyectos siguen siendo antieconómicos porque el problema de la escasez de agua normalmente puede resolverse mediante medios más baratos como importar comida de climas más húmedos y mediante sistemas de acueductos más baratos que se basan principalmente en la gravedad.

Sin embargo, en el futuro, al hacerse el agua cada vez más escasa al crecer la población, la respuesta más práctica de seguro serán soluciones más intensivas en energía.

Sin embargo, al planificar centralizadamente y limitar artificialmente el uso de energía, lo que quiere hacer el lobby del calentamiento global es aumentar el precio del procesamiento del agua y, al limitar el uso de dichos métodos, también inhibir el progreso tecnológico al impedir la experiencia práctica en el uso de procesamiento de agua y producción de agua potable.

Extrañamente, mucha de esta misma gente afirma que la regulación pública del agua es necesaria porque la “gente rica” atesoraría toda, pero al aumentar el coste del procesamiento del agua, el lobby del calentamiento global está asegurando más control monopolístico sobre el agua y precios más altos para todos.

“¡Pero el calentamiento global está causando sequías!”, dirían algunos. Pero esa gente aún tiene que demostrar que su plan acabaría con las sequías y produciría agua suficiente para cada uno. Ni siquiera pueden probar aún  que sequías como la de California se deben al calentamiento global. Y no hace falta decir que la proposición de que los controles globales sobre la energía hará que el agua fluya de las laderas de las colinas en algún futuro distante es pura especulación. Peo entretanto sabemos que el efecto en el coste de la vida para la gente normal será enorme. En otras palabras, el lobby del calentamiento global quiere que la humanidad abandone un pájaro real en mano (desarrollar tecnología de producción de agua) por cientos muy teóricos (un futuro sin sequías) volando.

Un experimento realizado a costa de las poblaciones de más riesgo

Así que un mundo de controles del carbono y otros planes centrales pensados para prevenir el calentamiento global es un mundo de mayor gasto para todos en lo que se refiere a comida, agua y cualquier necesidad básica que implique gasto de energía. Lo que equivale a decir casi todo. Naturalmente, la gente en las partes menos industrializadas y más pobres del mundo sufriría más. Al lobby del calentamiento global le gusta señalar que sus políticas de calentamiento global se dirigen principalmente hacia los países más ricos. Pero si piensan que eso dejará algo al mundo en desarrollo, solo dejan claro que no entienden cómo funcionan las economías globales. Aplastar la actividad económica y el consumo en el mundo desarrollado solo sirve para rebajar salarios y crecimiento económico en el mundo en desarrollo.

Igual que el hombre que reclama histéricamente que todos construyan un refugio de invierno o mueran, el lobby del calentamiento global piensa que su plan altamente especulativo, no demostrado, enormemente caro y productor de pobreza es la solución prima facie para todo. Naturalmente, quieren usar el poder coactivo del estado para obligar a todos a ajustarse también a sus planes y si mil millones de personas pobres tienen que pagar un alto precio, bueno, es un precio que los académicos y activistas ricos y de clase media-alta están dispuestos a que paguen los pobres.


Publicado originalmente el 1 de mayo de 2015. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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