Ahorro chino frente a gasto estadounidense

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Este mismo mes, el FMI publicó un nuevo informe señalando que, mediante cálculos de Paridad de Poder Adquisitivo (PPA), el PIB de China en 2014 se estima en 17,6 billones de dólares (todos los dólares de este artículo son dólares de EE. UU.), sobrepasando los 17,4 billones de EE. UU. para convertirse en la mayor economía del mundo. MarketWatch publicó posteriormente una artículo reciente titulado: “It’s Official: America is now No. 2”. El artículo apunta que desde que Ulysses S. Grant accedió al cargo de presidente en 1869, Estados Unidos por primera vez cae de su puesto en cabeza en la economía global al segundo puesto. Y aunque sean conscientes desde hace mucho del auge de China, los que se han enorgullecido del dominio económico de EE. UU.  ahora afrontan una realidad molesta.

Midiendo el PIB y más

Por supuesto, en muchos aspectos (y al menos bajo el PIB nominal en el que los tipos de cambio se tienen en cuenta), la producción de EE. UU. sigue siendo un 70% mayor que la de China. Pero al ritmo del crecimiento económico actual de China, una diferencia del 70% podría desaparecer fácilmente en una década. En el año 2000 me recuerdo buscando en el sitio web de la CIA datos económicos por país, donde el PIB de China, en términos de PPA, ya había sobrepasado a Japón. Finalmente, en 2010, el PIB nominal había sobrepasado oficialmente al de los japoneses y la ventaja de China se ha ido agrandando desde entonces. Con respecto al PIB por cabeza, China no superará a Estados Unidos en un futuro previsible; sin embargo, es importante entender que la competencia por el liderazgo global está en realidad determinada por la fortaleza económica general del país. Aunque muchos países europeos (por ejemplo, Suiza, Noruega y Liechtenstein) tienen una mayor producción por cabeza que Estados Unidos, sus pequeñas poblaciones y escalas les dan una influencia muy limitada en la arena global. No sorprende que MarketWatch se refiera al auge chino como un momento histórico, describiendo un “terremoto geopolítico con una puntuación alta en la escala de Richter”. MarketWatch describe después las decadencias de los imperios británico, francés y español como causados por sus respectivas economías, sugiriendo que Estados Unidos ha seguido el mismo camino que los viejos imperios.

Aunque soy chino, soy renuente a ser demasiado entusiasta acerca del auge de la economía china y el nuevo estatus internacional. La dinámica EE. UU.-China me hace reflexionar sobre los Estados Unidos tras las Segunda Guerra Mundial, cuando EE. UU. atraía talento aclamado internacionalmente en diversos sectores en todo el mundo. Estados Unidos sigue teniendo una ventaja absoluta en esta área y tiene anualmente el mayor número de premios Nobel en innovación y tecnología. Los plagios chinos a puerta cerrada solo pueden acercársele. ¿Cómo pueden entonces los chinos, que siguen basándose en buena medida en exportaciones de manufacturas intensivas en mano de obra y de baja tecnología, llegar al nivel de Estados Unidos?

Los beneficios del ahorro

Con respecto a la calidad del nivel más productivo de la sociedad en una nación, creo que Estados Unidos sigue manteniendo con mucho una posición en la cabeza. Sin embargo, el problema de EE. UU. es la población mayoritaria que contribuye poco a la economía en términos de ahorro e inversión en comparación con sus equivalentes de ultramar. En China, la ventaja reside en lo convencional (desde grupos de renta baja a la clase media) cuyos hábitos de presumir de ahorro llevan más a la diligencia económica y la resistencia en general. Esto proporciona una plataforma sólida para el rápido auge de China.

Además, los medios financieros ortodoxos de Estados Unidos a menudo destacan la importancia del consumo para el crecimiento económico. La creencia en que si los ciudadanos rechazan gastar (los medios habitualmente toman a Japón como ejemplo), el gobierno tendrá que gastar en lugar de la gente para estimular la circulación económica. Esta endeble teoría va más allá y afirma que si el crecimiento está lejos del tipo objetivo, el banco central tendrá que intervenir, imprimiendo dinero para estimular el consumo o usando tipos negativos de interés para castigar a los ahorradores, obligándoles a gastar. Durante décadas tras la Segunda Guerra Mundial, solo el 10% superior que realmente entendía las reglas del juego invertía sus ahorros en acciones de multinacionales, inmuebles, joyería, antigüedades y arte. Aparte de este grupo de activos, que son difíciles de castigar mediante inflación reducida, la mayoría de la gente evitaba las sanciones públicas mediante consumo y bajos tipos de ahorro. El problema empieza cuando el consumo se convierte en costumbre, la mayoría de la gente pierde la habilidad para ahorrar y el gobierno se obliga a asumir responsabilidades futuras de estas personas de pensamiento a corto plazo y que confían en el estado de bienestar.

Según datos de 2011, 108 millones de estadounidenses de rentas bajas reciben prestaciones sociales, excediendo los 110 millones de empleados a tiempo completo en el país. Junto con programas sociales que no controlan los medios, incluyendo los gastos de seguridad social y ayudas a veteranos, la cifra total de gente que recibe prestaciones asciende a 150 millones, lo que es casi la mitad de la población de EE. UU.. Así que hay que hacer la pregunta: a pesar de presumir de los mejores innovadores que contribuyen enormemente a la sociedad, debido a la gran escala de ciudadanos no ahorradores y muy poco productivos de Estados Unidos que suponen una enorme carga para el estado, ¿cómo puede no acabar quedando atrás una nación así?

El ahorro chino ayuda a arreglar problemas económicos

Observando a China, podemos criticar fácilmente el autoritario partido en el poder, pero hay una cosa que el Partido Comunista todavía tiene que cambiar con éxito y esa es el temperamento trabajador y las costumbres muy ahorradoras de los chinos, especialmente las generaciones mayores. En la actualidad, cuando podría alabarse a la generación más joven por ahorrar del 20% al 30% de su renta, muchos chinos siguen decidiendo gastar solo el 30% de su renta y acumular el restante 70% en ahorro e inversión. Debido a la gran acumulación de riqueza, los chinos podrían continuar con la construcción y las exportaciones y ganar con el cambio de divisas para parchear los errores en las políticas públicas. Una reciente alta especulación en las acciones de Shanghái fue posible debido a los grandes ahorros de los pequeños inversores. Independientemente del éxito especulador final de estos inversores individuales, es evidente que abunda el capital privado.

Si los malos bancos públicos acosados por la deuda pueden seguir obteniendo fondos de los ahorros de millones de chinos (mediante grandes colocaciones), sigue siendo posible ocuparse de los efectos colaterales de los programas de estímulo de 2008-2009, que crearon una sobrecapacidad de producción (es decir, malas inversiones) en muchos sectores. Si se fuera a producir un mercado alcista en China , las grandes colocaciones, que fueron el complejo plan del Partido Comunista para usar los ahorros de la gente para reparar los balances de muchas empresas propiedad del estado (no necesariamente no considero la mejor política), por desgracia sigue siendo una reacción racional para que los comunistas en China utilicen este método para arreglar su sector bancario acosado por las deudas.

Ver los altibajos de las economías china y estadounidense demuestra de nuevo la validez de las ideas clave de la teoría austriaca del ciclo económico, que los ahorros son necesarios para cimentar el crecimiento económico y que el gasto keynesiano de estímulo solo empeora las recesiones. El que la economía china pueda realmente sobrepasar la de EE. UU. dependerá de la capacidad del pueblo chino de valorar su virtud del ahorro y contestar a la propaganda de “gastar como vía a la prosperidad”.

Peter Wong es inversor profesional en Hong Kong y director del único think-tank de libre mercado de la ciudad no financiado públicamente. También es columnista en prensa, presentador de radio y comentarista sobre asuntos socio-económicos y financieros. Siguiendo principios de economía austriaca, sus comenatrios se emiten tanto en chino como en inglés a través de las tres emisoras de radio principales de Hong Kong. También expresa sus ideas en diversas plataformas de comunicación internacionales y en la Región de la Gran China, como BBC News, The South China Morning Post, China Daily y Phoenix Satellite Television.


Publicado originalmente el 1 de enero de 2015. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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